Monterrico vivió un fin de semana bisagra. La reubicación de la histórica feria de manteros del barrio La San Cayetano, Virginia y San ramón al predio de la Asociación de Feriantes no sólo despejó calles y veredas; también ordenó la economía informal y le devolvió previsibilidad a cientos de familias que viven del comercio popular. Las imágenes del flamante predio colmado de gente, vehículos estacionados en forma prolija y pasillos amplios para caminar hablan por sí solas.

La decisión del intendente Luciano Moreira y su equipo de avanzar con un nuevo esquema ferial apuntó a tres objetivos claros: recuperar el espacio público para los vecinos de La Virginia, San Cayetano y San ramón, elevar el estándar de seguridad para feriantes y clientes, y potenciar a Monterrico como polo comercial del departamento El Carmen. Este fin de semana, la respuesta social fue contundente: la comunidad acompañó masivamente y validó con su presencia el cambio de paradigma.
Hoy la feria cuenta con servicios básicos que durante años fueron una deuda: estacionamiento ordenado para autos y motos, sanitarios disponibles, provisión de agua, mejor iluminación y un diseño interno que permite circular sin riesgos. Lo que antes era sinónimo de desorden, bocinazos y veredas tomadas, se convirtió en un espacio familiar y amigable para comprar, pasear y trabajar.

Los propios manteros entendieron que su futuro depende de integrarse a una ciudad que quiere crecer. Lejos de la confrontación estéril, la mayoría apostó por la reubicación y ya cosecha los primeros resultados: mayor afluencia de compradores, más comodidad para exhibir su mercadería y mejores condiciones de seguridad para desarrollar su actividad. En un contexto económico crítico, cada detalle que favorece el consumo se vuelve decisivo.
Para los vecinos de los barrios La Virginia, San Cayetano y San ramón recuperar sus calles tiene un valor simbólico y práctico enorme. Después de más de una década de convivir con veredas bloqueadas, ruidos, suciedad y dificultades para entrar o salir de sus casas, el traslado de la feria representa un acto de justicia urbana. Monterrico empieza a demostrar que los derechos al trabajo y a la libre circulación no son incompatibles: se complementan cuando hay voluntad política y planificación.

Desde una perspectiva regional, la nueva feria posiciona a Monterrico con otra musculatura comercial. Junto a las otras propuestas ya existentes, el municipio construye un frente de tres grandes puntos de venta que, coordinados, pueden atraer compradores de todo el valle. Es una apuesta inteligente: en lugar de tolerar el caos, la ciudad se prepara para competir ofreciendo mejores condiciones a vendedores y clientes.
El mensaje que deja este fin de semana es nítido: cuando el Estado asume su rol, fija reglas claras y cuida por igual a trabajadores y vecinos, la comunidad responde. Monterrico acaba de dar un paso fuerte hacia adelante; ahora el desafío será consolidar este modelo, mejorar cada día la experiencia en la feria y convertir este logro en la piedra fundacional de una ciudad que se anima a ordenar su futuro.
