Monterrico, la Ciudad LED: cuando la gestión se convierte en revolución

Monterrico, la Ciudad LED: cuando la gestión se convierte en revolución

En un rincón estratégico del Valle de los Pericos, Monterrico comienza a brillar. Literalmente. Lo que antes era un pueblo sumido en la penumbra del abandono institucional, hoy se transforma en un faro de gestión moderna, con nombre y apellido: Luciano Moreira. La reciente inauguración del sistema de iluminación LED en la Ruta 45 no es simplemente una obra pública; es un símbolo. Una postal del nuevo tiempo político donde los vecinos ya no aplauden promesas, sino que celebran resultados. Y donde la vieja política, basada en el clientelismo y el inmovilismo, empieza a tambalear.

Moreira, con una conducción decidida y sin estridencias, está logrando lo impensado: que la gente vuelva a confiar. Su estilo de gestión no grita, transforma. Y en esa transformación está emergiendo una ciudad que no solo se ilumina por fuera, sino también en su conciencia cívica. Hoy los vecinos de Monterrico entienden algo clave: los funcionarios están de paso. No son dueños del poder, sino sus inquilinos temporales. Y deben competir por ser mejores servidores, no por perpetuarse.

Este cambio de paradigma no es casual. Se nutre de una convergencia inédita entre el municipio y la provincia. El gobernador Carlos Sadir no solo respalda la gestión de Moreira, sino que la potencia con hechos. Obras de conectividad como las rutas 42, 43 y 45, pavimentación, cloacas, y una visión estratégica centrada en la infraestructura y la seguridad, constituyen pilares concretos de este nuevo acuerdo político-social. Un pacto tácito entre la política y la ciudadanía, donde el vecino vuelve al centro de la escena.

“Durante 22 años, Monterrico no había presenciado una obra de esta magnitud”, expresó Moreira durante la inauguración de la nueva iluminación vial. Con emoción sincera, destacó que esta era una demanda histórica de la comunidad, largamente postergada por gestiones anteriores. El acto fue acompañado por legisladores, intendentes, comisionados y, lo más importante, por una multitud de vecinos que no fueron llevados, sino que llegaron por voluntad propia, a celebrar un logro colectivo.

Lo que está pasando en Monterrico es más que una seguidilla de obras. Es una ruptura conceptual con la política tradicional. El municipio ya no es visto como una máquina de favores, sino como una herramienta de transformación. Y eso incomoda a quienes todavía juegan al viejo juego del poder por el poder mismo. Porque cuando los resultados hablan, los discursos vacíos callan.

La ciudad LED es también la metáfora perfecta de una ciudadanía que despierta, que exige, que participa. El resplandor de las nuevas luminarias no solo ilumina calles, también alumbra el camino de una política distinta, donde las gestiones se miden por su impacto y no por su marketing. Y en ese sendero, Monterrico lleva la delantera.

La revolución silenciosa que encabeza Moreira, con el respaldo decidido del gobernador Sadir, marca una hoja de ruta para toda la provincia: no hay mayor demanda que la dignidad del hacer. Lo demás, es solo ruido.

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