La ciudad tabacalera de Monterrico está atravesando un cambio de época. Desde que Luciano Moreira asumió la intendencia, su gestión disruptiva y de alto impacto ha logrado transformar el paisaje político y social del municipio. Su hiperactividad, combinada con una visión pragmática y comprometida con la comunidad, ha impulsado decisiones que, aunque políticamente incorrectas en algunos casos, han generado beneficios innegables para los vecinos. Este fenómeno no ha pasado desapercibido para el gobierno provincial, que ha decidido respaldarlo de manera explícita, marcando un punto de inflexión para la región.

El último hito de esta dinámica transformación fue el acto de inicio del ciclo lectivo 2025 en la Escuela N° 224 Nuestra Señora del Rosario. Este evento no solo simbolizó un retorno del protagonismo educativo a Monterrico, sino que también sirvió como plataforma para la inauguración de las refacciones integrales del establecimiento, realizadas con fondos del PROMACE. La presencia del vicegobernador Alberto Bernis y la ministra de Educación Miriam Serrano no fue un gesto protocolar, sino un reconocimiento al peso creciente de la gestión de Moreira dentro del entramado político jujeño.
Lo que distingue al intendente tabacalero no es solo su capacidad de gestión, sino su audacia para romper con inercias burocráticas que durante años postergaron el desarrollo local. En un contexto donde muchas intendencias repiten fórmulas agotadas, Moreira ha logrado que Monterrico sea un laboratorio de políticas innovadoras. Su anuncio de la remodelación de las escuelas A. Padilla N° 30 y J. Portal N° 34, así como la construcción de un nuevo establecimiento educativo en La Ovejería, es una muestra de cómo una ciudad antes relegada ha logrado convertirse en una referencia para la provincia.

El fenómeno Moreira no solo ha generado impactos en infraestructura y educación, sino que ha cambiado el ánimo de los ciudadanos. La política del desgaste y la resignación ha sido reemplazada por una cultura de la acción. Monterrico ha demostrado que cuando hay voluntad de hacer, los cambios llegan más rápido de lo esperado. Esa transformación no ha sido resultado de discursos vacíos, sino de decisiones concretas que, aunque en algunos casos hayan incomodado a sectores acostumbrados a la parálisis, han sido ampliamente aceptadas por la comunidad.
El desembarco del gobierno provincial en Monterrico no es solo un respaldo a Moreira, sino también una señal para otras intendencias. La gestión del intendente ha logrado lo impensado: que una ciudad tabacalera, muchas veces relegada, se convierta en el epicentro de la agenda política provincial. Es un mensaje claro de que los modelos de gestión pueden cambiar y de que las acciones efectivas generan resultados que trascienden las fronteras partidarias.
Mientras algunos siguen dudando de su estilo disruptivo, la realidad es que Monterrico sigue acumulando logros. Y si la política tiene algo de espectáculo, Moreira es el protagonista de una función que no deja de sorprender. Lo quieran o no, Monterrico es noticia, y no por casualidad, sino porque su intendente ha decidido que la ciudad deje de esperar y empiece a avanzar.