En menos de año y medio, Luciano Moreira se ganó fama de intendente que hace lo que la sociedad reclama: obras visibles y cambios culturales que parecían imposibles. Hoy volvió a mover el tablero con una decisión de alto impacto: la creación del Departamento Médico Laboral en la Municipalidad de Monterrico, con profesional médico a cargo, control clínico y seguimiento de casos.
La medida, inédita en Jujuy para un municipio tabacalero, ataca un problema que la comunidad señalaba hace décadas: certificados dudosos, días y semanas “de baja” sin sustento y un sistema que castigaba al contribuyente y también invisibilizaba a quienes sí están enfermos. Desde ahora, habrá verificación sanitaria, acompañamiento terapéutico y registro clínico. Lo irregular tendrá respuesta: asesoría legal notificará a clínicas y hospitales del nuevo protocolo y se actuará ante inconsistencias entre lo declarado y el estado real del paciente.
Moreira cumple lo prometido en campaña: orden puertas adentro para servir mejor puertas afuera. El mensaje es claro y empático: cuidar al trabajador de verdad y terminar con los privilegios. Se honra al vecino que sostiene la administración con sus impuestos y se devuelve algo básico: credibilidad. Monterrico levanta una bandera que trasciende colores políticos: moral, ley y legitimidad en la gestión pública.
“Ser justos con quien necesita y firmes con quien abusa” podría ser el eslogan de esta nueva etapa. Con control médico serio, seguimiento y reglas claras, el municipio profesionaliza su organización, protege derechos, desactiva viejas mañas y recupera el orgullo de ser empleado municipal. Cuando hay decisión política, lo que parecía costumbre “naturalizada” se termina.
Monterrico, otra vez, va primero.

Además, el esquema incorpora tablero de control: licencias auditadas, tiempos de recuperación, derivaciones y altas médicas registradas en un sistema único. Con datos en mano, el municipio podrá planificar coberturas, reasignar tareas livianas cuando corresponda y reducir el ausentismo injustificado sin vulnerar derechos. Resultado esperado: mejor servicio al vecino, menos demoras administrativas y un uso responsable de los recursos que todos aportan.
La señal política también es potente hacia afuera: si Monterrico pudo, otros municipios pueden. La convivencia democrática necesita ejemplos concretos de premiar la responsabilidad y sancionar el abuso. Este paso profesionaliza la gestión, cuida el presupuesto y dignifica al trabajador honesto. No es mano dura: es mano justa. Y cuando la regla es clara, la comunidad confía y la ciudad avanza unida.