En tiempos donde la política parecía condenada al descrédito y el municipio reducido a una ventanilla burocrática, Monterrico vive una revolución silenciosa pero profunda. No se trata de grandes anuncios en época electoral, sino de una gestión diaria, constante, comprometida, como la que encarna el intendente Luciano Moreira, que desde el primer día se calzó el overol de servidor público y puso a la ciudad en movimiento.
Hoy, el Club Defensores de Monterrico deja de ser una simple cancha para comenzar a consolidarse como un estadio con todas las letras. Este lunes, Luciano Moreira dio inicio al cementado del cordón cuneta y vereda en el Barrio La Caravana, donde se asienta la institución. Pero la obra es mucho más que cemento: es el símbolo del cambio cultural y urbano que atraviesa la ciudad.
El Intendente ya había instalado la iluminación del predio, se avanza en la construcción de los bancos de suplentes, y el proyecto general no se detiene. Porque no se trata solo de una cancha, sino de darle jerarquía y pertenencia a un barrio, a una hinchada, a una comunidad que respira fútbol y merece infraestructura digna.
Política 24/7: hacer sin mirar a quién
Lo que ocurre en Monterrico desafía los moldes gastados de la política tradicional. Moreira entiende que el servicio público no tiene horario ni calendario electoral. Su gestión es 24/7, de lunes a lunes, con el vecino como único protagonista. En poco tiempo, se están desmoronando viejos prejuicios, porque el municipio ha vuelto a ocupar el rol que siempre debió tener: ser la herramienta de transformación concreta de los sueños colectivos.

Y eso se ve. No solo en el avance hacia el estadio del Club Defensores, sino en cada rincón de la ciudad que está siendo reestructurada con sentido, con propósito, con visión democrática. Monterrico se está ordenando territorialmente, urbanizando con sentido inclusivo, recuperando valores, y plantando cara al narcotráfico con el arma más efectiva que puede tener un Estado presente: el deporte como política pública.
La verdadera revolución: hacer por todos, para todos
Lo que hoy parece natural —un intendente que gestiona todos los días, sin excusas ni cálculos— hasta hace poco era utopía. Hacer sin mirar a quién, sin clientelismo ni favores, sin prebendas ni cartelitos con nombre propio. Esa es, quizás, la acción más revolucionaria y libertaria en tiempos donde muchos solo prometen y pocos hacen.
El estadio en formación del Club Defensores no es solo una obra: es una declaración de principios. Habla de lo que viene. De una ciudad que se anima a crecer desde sus bases. De un gobierno municipal que no le teme al barro ni al trabajo duro. De una comunidad que recupera la confianza, no en un líder, sino en sí misma.
Porque cuando el municipio vuelve a estar “sobre rieles naturales”, como bien repiten en la gestión, la democracia se vuelve real y el futuro, alcanzable.