Monterrico y el intendente Luciano Moreira: del auxilio urgente al sueño colectivo de una ciudad modelo

En los momentos más difíciles, cuando la naturaleza muestra su cara más feroz, emerge con claridad el verdadero rol de un intendente: no solo como administrador del día a día, sino como referente comunitario, como articulador del esfuerzo conjunto, como ejemplo vivo de que la política puede ser acción concreta, solidaridad activa y planificación con visión de futuro. En Monterrico, la gestión de Luciano Moreira encarna esta idea con hechos visibles, urgentes y también con horizontes firmemente trazados.

El reciente temporal que azotó a esta ciudad jujeña dejó secuelas a la vista y, en muchos casos, profundas heridas en la infraestructura cotidiana: cortes de energía, postes derribados, cables desgarrados por el viento, canales colapsados y calles anegadas. Pero ante la adversidad, la respuesta no fue el lamento ni la espera: el intendente tabacalero desplegó el operativo más amplio y rápido que se haya visto en la historia de Monterrico. Este sábado 22 de marzo, mientras los recuerdos del vendaval todavía laten en las esquinas, Moreira lidera cinco equipos de trabajo actuando en simultáneo en distintos puntos de la ciudad, llevando adelante la reparación del alumbrado público, el recambio de lámparas, cables, brazos de luminarias y la verificación del estado de los postes, demostrando que el gobierno local puede —y debe— estar a la altura de las urgencias populares.

Sin embargo, lo que diferencia a una gestión comprometida de una que simplemente reacciona es su capacidad para no detenerse en la emergencia. Monterrico no es solo una ciudad que resiste, sino una ciudad que sueña y se transforma. Moreira lo entiende: mientras se mitigan los efectos del temporal, continúa la ejecución del ambicioso Plan Maestro de Infraestructura que dotará a la localidad de las herramientas necesarias para sostener su crecimiento —uno de los más veloces de toda la provincia— y garantizar mejores condiciones de vida para todos sus vecinos.

En las últimas horas, además de los trabajos eléctricos, se avanzó con tareas de enripiado, nivelación de calles y despeje de canales, acciones clave que no solo restauran lo dañado, sino que previenen nuevos riesgos. Porque construir ciudad también es anticiparse, pensar lo común antes que lo individual, planificar para que el desarrollo no sea privilegio, sino derecho.

Pero el mayor desafío que asume un intendente no se mide solo en cuadras pavimentadas o postes reparados, sino en su capacidad para inspirar. Luciano Moreira ha convertido el gobierno en una usina de sentido colectivo: promueve con su presencia en el territorio no solo respuestas inmediatas, sino también el orgullo de pertenecer, de empujar todos juntos una transformación que es tangible. Ha logrado que Monterrico no solo se repare, sino que renueve su esperanza, construya ciudadanía activa y supere la vieja zanja estéril de las ideologías que paralizan. Aquí, la política se hace a pala, a pulmón y a palabra comprometida.

Frente a los desastres naturales, no hay grieta que sirva. Frente al dolor de un barrio a oscuras o una calle intransitable, no hay discurso que alcance. Hace falta acción, hace falta Estado, pero también comunidad. Y eso es lo que está sucediendo en Monterrico: vecinos y Municipio codo a codo, sin descanso, sin excusas, sin especulaciones.

Lo que se está construyendo en Monterrico no es solo infraestructura: es confianza. Y eso, en tiempos tan inciertos, vale tanto como una nueva luminaria o una calle reparada.