“Morir para Nacer: el Peronismo que fue y el NeoPeronismo que será”

“Morir para Nacer: el Peronismo que fue y el NeoPeronismo que será”

Hay momentos en la historia donde la política se transforma en una sentencia y el voto en un veredicto. En Jujuy, ese veredicto fue claro. El peronismo tradicional, domesticado por décadas de acomodamiento, perdió su espejo. El Partido Justicialista hizo la peor elección de su historia, y el pueblo habló: no queremos más de lo mismo. El 11 de mayo fue más que una derrota, fue una radiografía despiadada.

De los 40.000 votos obtenidos, 31.000 vinieron del interior. Y dentro de ese interior, fue el eje peronista de los Pericos —Perico, Monterrico y El Carmen— quien resistió con la piel pegada al barro y la doctrina pegada al corazón. En Libertador, en Palpalá, en Humahuaca, en Caimancito, también se sostuvo la llama. Pero en el centro, en la rosca, el PJ fue vaciado de ideología, secuestrado por egos y enterrado bajo el peso de los mismos nombres de siempre.

Mientras tanto, La Libertad Avanza ganó territorio, no solo porque ofreció algo nuevo, sino porque tuvo una identidad, un relato, una mística. Algo que el peronismo perdió cuando dejó de cuestionar, cuando se burocratizó, cuando se hizo más funcional que revolucionario. La izquierda también tiene ideología. ¿Y el PJ? Solo promesas ajadas, fotos del pasado, y una dirigencia que ya no escucha, porque se volvió sorda de comodidad.


El tiempo de la nostalgia terminó: llega la hora del NeoPeronismo

El pueblo peronista no se ha extinguido, pero sí se ha disociado de sus representantes. Porque si algo enseñó Perón, fue que «todo peronista debe ser revolucionario», no repetidor de recetas vencidas. Hoy, el pueblo quiere techo, trabajo, libertad, innovación. Quiere futuro, no folklore.

No se trata de negar la historia. Se trata de transformarla en combustible. El peronismo no debe ser la memoria llorosa de un ayer glorioso, sino el motor de una nueva narrativa popular, digital, contemporánea, rebelde y libertaria en su raíz.

Ya no cabe el dedo de un interventor porteño. Y tampoco cabe la tentación de la autopostulación de ningún dirigente sobreviviente del naufragio. Hasta aquí llegaron todos los nombres y apellidos. Todos. No hay margen para la vanidad. Porque si alguien se atreviera a proclamarse candidato sin un profundo acto de renunciamiento colectivo, mataría la estampida del peronismo jujeño de forma definitiva.

La única salida es brutalmente clara: todos juntos, en una mesa sin coronas, en un acto de humildad radical, deberán sentarse y parir una nueva generación. Porque la sangre nueva no será bendecida desde arriba, sino nacida desde abajo, desde la verdad del pueblo.


Entre la melancolía doctrinaria y el liberalismo humanitario

Hay una verdad inquietante que muchos niegan: el votante peronista se siente hoy más identificado con Milei que con los “dirigentes del partido”. No porque sean liberales, sino porque Milei, como en su tiempo Perón, encarna la ruptura con el statu quo, la rebeldía visceral contra el sistema envejecido, la pasión de hacer historia.

El verdadero peronismo es revolucionario o no es nada. Fue la Tercera Posición entre el capitalismo salvaje y el comunismo de laboratorio. Hoy, debe ser la Cuarta Generación entre la democracia liberal agónica y el nuevo contrato social digital. El peronismo del siglo XXI deberá parir su nuevo lenguaje, su nuevo software social, su nueva red de sentidos populares.


Morir para nacer

Los pueblos no esperan. Ya no. Y menos en Jujuy, donde el dolor social, la exclusión y el olvido empujan a la gente a buscar nuevos mapas. El PJ no tiene el privilegio de dormirse otra vez. Solo desde la humildad y el coraje podrá reconstruirse como instrumento de las mayorías.

Los que sobrevivieron a sangre, persecución y desprecio tienen la autoridad. Pero deben renunciar a sus nombres para que nazca una causa. Los apellidos no emocionan. Los proyectos, sí.

Hay que morir. Morir a los cargos eternos, morir al sello inútil, morir a la Sede vacía. Para nacer en cada joven que sueña, en cada madre que resiste, en cada trabajador que ya no quiere limosna sino protagonismo.


El desafío es brutal, pero glorioso

Se trata de fundar un NeoPeronismo, una fuerza transversal, plebeya, tecnológica, ecologista, productiva y libertaria. Un peronismo que se anime a abrazar la innovación, el algoritmo y la inclusión con alma militante. Que recupere el verbo «transformar» y lo convierta en acción.

La historia no ha terminado. Y como en 1945, el dilema vuelve a ser: sistema o pueblo. El peronismo, si quiere renacer, deberá ser pueblo de nuevo. Pero esta vez, pueblo 4.0.

¿Qué es lo que más te preocupa hoy en Jujuy?

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