Redacción Perico Noticias // La inflación no solo devora salarios; también destruye esperanzas y mina la confianza en quienes gobiernan. En Jujuy, ni los municipios ni el gobierno provincial han tomado medidas significativas para aliviar el impacto de la crisis económica sobre los hogares. El 2024, marcado por la inacción y la desconexión del poder, deja un panorama de incertidumbre que amenaza con recrudecer en el próximo año, salvo que surjan nuevos actores políticos dispuestos a liderar con responsabilidad y sensibilidad social.
La inflación como termómetro del abandono
En un país donde la inflación interanual superó el 140%, Jujuy no fue la excepción. Mientras el costo de la Canasta Básica Total subía a niveles históricos, alcanzando casi $500.000 mensuales, el poder adquisitivo de los jujeños cayó en picada. Los trabajadores formales vieron cómo sus ingresos quedaban pulverizados, mientras que los sectores informales, que representan una parte significativa de la población, quedaron aún más expuestos.
Lejos de implementar medidas que mitiguen estos efectos, los municipios y el gobierno provincial optaron por priorizar sus intereses:
- Aumentos salariales insuficientes: Los incrementos aprobados para los trabajadores estatales quedaron muy por debajo de la inflación acumulada.
- Presión impositiva extrema: En lugar de reducir impuestos como Ingresos Brutos, se mantuvo una política fiscal que asfixia al sector privado.
- Ausencia de programas antiinflacionarios: Ni siquiera se establecieron acuerdos locales de precios para proteger a las familias de los abusos en el mercado.
El divorcio entre el poder y las demandas populares
La inacción del gobierno provincial, liderado por Carlos Sadir, ha sido el principal factor detrás del descontento ciudadano. A pesar de que su predecesor, Gerardo Morales, dejó una herencia política cargada de críticas, Sadir no ha logrado diferenciarse ni construir una agenda de gestión que atienda las demandas urgentes del pueblo jujeño.
Los municipios, lejos de actuar como contrapeso, replicaron esta desconexión:
- En San Salvador de Jujuy, liderada por Raúl Chuli Jorge, la percepción de una gestión agotada y sin rumbo refleja el hartazgo de los ciudadanos.
- Otros municipios, como Perico y Palpalá, tampoco escaparon a las críticas, sumándose a un patrón de administraciones que priorizan los intereses internos sobre las necesidades de su comunidad.
El costo social del desgobierno
La falta de acción ha tenido un impacto devastador en términos sociales:
- Pobreza en aumento: Más del 50% de los jujeños vive por debajo de la línea de pobreza, con una indigencia que sigue creciendo ante la falta de políticas efectivas.
- Desempleo y precarización: La falta de incentivos para las PyMEs y los altos costos de formalización han consolidado un mercado laboral precario.
- Desigualdad en el acceso a servicios básicos: La aprobación del SEPROSA es un claro ejemplo de cómo el gobierno opta por cargar los costos de su ineficiencia sobre los más vulnerables.
2025: Un año decisivo para Jujuy
El próximo año será una prueba de fuego para el panorama político de la provincia. Con el descontento social en aumento y una confianza cada vez más baja en los partidos tradicionales, Jujuy necesita:
- Renovación de liderazgos: Los actores políticos que han demostrado estar desconectados del pueblo deben dar paso a nuevas figuras comprometidas con la transparencia y la eficiencia.
- Un enfoque en las demandas populares: Es imprescindible priorizar políticas que aborden problemas reales como la inflación, el desempleo y la falta de acceso a servicios básicos.
- Reformas estructurales: Una reducción de impuestos, junto con una distribución equitativa de las regalías, podría aliviar las presiones económicas y devolver algo de esperanza a los ciudadanos.
Un mensaje de esperanza para los jujeños
A pesar de este sombrío panorama, el pueblo jujeño ha demostrado ser resiliente frente a las adversidades. La historia de Jujuy está marcada por su capacidad de superación, y esta crisis no será diferente. Los ciudadanos tienen el poder de exigir el cambio, de construir un futuro donde el bienestar colectivo sea la prioridad.
El 2025 debe ser el año en que Jujuy recupere su dignidad y su rumbo. Nuevos liderazgos, políticas inclusivas y un compromiso real con la justicia social serán las claves para transformar la provincia. Porque Jujuy merece más, y el pueblo jujeño no se rendirá.
EP