“No se defiende lo que no se vota”: Fabricio Marcuzzi, cuarta generación tabacalera, llamó a cuidar el rumbo y cerrar el agujero del FET

“No se defiende lo que no se vota”: Fabricio Marcuzzi, cuarta generación tabacalera, llamó a cuidar el rumbo y cerrar el agujero del FET

En la previa de la Asamblea del 22 de diciembre en la Finca Experimental La Posta, la voz de Fabricio Marcuzzi se metió con fuerza en el debate tabacalero jujeño. Productor de cuarta generación y candidato a Síndico Suplente por la Lista Azul y Blanca, Marcuzzi combinó dos cosas que hoy escasean: memoria histórica y urgencia económica. Con la convicción de quien defiende una tradición que no es relato sino sangre, pidió a los productores que no se queden al margen: “depende pura y exclusivamente del productor”, insistió, al convocar a participar y votar.

Marcuzzi trazó una línea: el tabaco no es un cultivo más. Es una cultura productiva con un “ADN” propio, y Jujuy —sostuvo— carga un sello de excelencia difícil de discutir. “Tenemos uno de los mejores tabacos del mundo”, dijo, reivindicando el rendimiento por hectárea y la calidad, aun cuando se trate mayormente de campos chicos. Esa afirmación no fue exaltación localista; fue una defensa del valor agregado real que se construyó durante décadas y que hoy se intenta relativizar desde “cantos de sirena” y promesas fáciles.

La historia como argumento económico: lo que costó construir no se tira por bronca

En su relato apareció una escena fundacional: su abuelo, pionero del tabaco en la provincia, y otros productores que se cansaron de ser “avasallados” y decidieron organizarse. Cooperativa, Cámara del Tabaco, instituciones, herramientas colectivas que constituyen un clúster como pocos en Argentina: “una batalla titánica”, la definió, de esas que dejan “sudor y sangre” pero arman futuro.

El mensaje fue claro: el sector no puede permitirse volver a empezar de cero. Marcuzzi apeló a la identidad productiva como una defensa concreta frente a la crisis: “No hay que olvidarse de la historia, la tradición, la sangre que se dejó”. En esa lógica, cuestionó la idea de “cambiar de actividad” como si fuera un trámite: Jujuy está compuesto, en su mayoría, por productores de escala chica y mediana, y un giro abrupto sería entrar a competir en desventaja contra un escenario “cooptado” por grandes superficies.

Acá no estamos hablando de 10 o 15 mil hectáreas: son campos de 10, 30, 50 hectáreas”, advirtió. Para Marcuzzi, abandonar el tabaco no abre un camino: abre un precipicio. Porque la inversión, la infraestructura y el conocimiento están montados sobre ese sistema. “Nos criamos y nos dedicamos al tabaco”, remarcó.

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El FET como línea roja: “están negreando” y el productor paga la cuenta

El eje más duro de la entrevista fue el Fondo Especial del Tabaco (FET). Marcuzzi no habló en abstracto: describió la caída de la recaudación como una herida directa a la rentabilidad y a la posibilidad de levantar la cosecha. Señaló un problema central: las cigarreras no estarían tributando lo que deben por medio de declaraciones de venta que no reflejan la realidad.

No están tributando lo que tienen que tributar… están negreando y eso nos perjudica de una manera abismal”, disparó, vinculando el faltante de recursos con la imposibilidad de sostener costos altísimos (agroquímicos, insumos, logística, combustibles). Y subrayó que no se trata solo de Jujuy: el daño alcanza al conjunto de provincias tabacaleras.

Desde esa mirada, puso sobre la mesa dos demandas concretas y pragmáticas:

  1. Control real de las declaraciones de venta de cigarrillos para cortar la sangría que debilita el FET.
  2. Recuperar el manejo del 20% del FET en manos de los productores para programas distributivos “justos, transversales y equitativos”.

“No se puede mirar para otro lado”: el voto como responsabilidad

Marcuzzi también se metió en el clima interno del sector y le habló al productor que está cansado, enojado o desilusionado. Reconoció que la bronca existe, pero pidió que no se convierta en autoboicot. Y dejó una frase que ordena el mapa: si no se vota, después no hay derecho a queja.

El tipo que no vaya a votar, que no se queje mañana”, afirmó, recordando que hay dos listas y que la decisión se toma con participación. No para “ganarle” a otro productor —aclaró— sino para ratificar o corregir un rumbo sin romper el sistema.

Diálogo como método: “levantar el teléfono”

En otro tramo, Marcuzzi hizo una defensa frontal de la conversación en tiempos de enojo: invitó a dialogar, a llamar, a preguntar, a acercarse a la Cámara. Sostuvo que el productor no puede quedar preso del rumor o la calentura: “si tienen una duda, levanten el teléfono”. Y remarcó un concepto sensible para la base: que el productor chico también debe ser atendido y defendido, porque allí se juega la justicia interna del sistema.

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En síntesis, Marcuzzi no vendió épica vacía: planteó una épica práctica. La de sostener una actividad histórica, defender recursos propios, exigir controles donde está el verdadero agujero del FET y asumir que la democracia sectorial no se declama: se ejerce y se vota.

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