El disfraz del rescate
La noticia del swap de 20.000 millones de dólares que Estados Unidos promete a Javier Milei si gana las elecciones no puede leerse como un simple auxilio financiero. Se trata de la jugada más audaz de Washington para convertir a la Argentina en un protectorado económico bajo el ropaje de la dolarización. No se trata de rescatar al país, sino de colonizarlo con la moneda del imperio, tal como Donald Trump no pudo lograr con Groenlandia, Canadá ni Ucrania. Ahora, la apuesta es más ambiciosa: hacer de Argentina el estado 51 de la Unión.
La dolarización como caballo de Troya
La dolarización no es solo una política económica: es la herramienta de una intervención encubierta. El día que el peso argentino desaparezca, el Banco Central quedará enterrado y la Reserva Federal será la que dicte las reglas del juego en Buenos Aires. Milei, bajo el discurso de la “libertad”, entrega la última frontera de la soberanía nacional. Los dólares que el Tesoro norteamericano promete inyectar hoy serán mañana la correa de transmisión de sus decisiones políticas, militares y estratégicas.
Un plebiscito histórico
Por eso, el 26 de octubre no se vota entre candidatos. Se plebiscita el rumbo del país. La pregunta de fondo es brutal:
- ¿Aceptaremos que Estados Unidos ingrese por la vía del dólar y convierta a Argentina en su satélite más austral?
- ¿O recuperaremos el espíritu de autonomía que Néstor Kirchner encarnó al pagar la deuda con el FMI, encarnando el dogma del líder Juan Domingo Perón -independencia económica- y apartar al país de la tutela norteamericana?
Es “Peronismo o Estados Unidos”, no como eslogan de campaña, sino como definición histórica de soberanía o coloniaje.
Los riesgos de la enajenación
El pueblo argentino se enfrenta a un dilema épico: despertar a tiempo o consentir una colonización abrupta y escandalosa. Los que crean que la dolarización traerá estabilidad ignoran que será la estabilidad de la servidumbre, la calma de un país que ya no decide, porque otro decide por él. La misma Argentina que alguna vez desafió al Fondo, que proclamó “soberanía política e independencia económica”, está a un paso de hipotecar su destino a cambio de un crédito condicionado.
La hora de la conciencia nacional
Nunca antes en democracia el voto argentino tuvo tanto peso geopolítico. Lo que está en juego no es un plan económico ni una elección presidencial: es la continuidad de Argentina como nación soberana. Si triunfa Milei, no triunfa solo un programa libertario: triunfa Washington, y con él la bandera de las barras y estrellas flameando sobre la Casa Rosada.
La pregunta es si el pueblo argentino está dispuesto a entregar la patria por 20.000 millones de dólares, o si aún queda en su memoria la épica de quienes supieron decir “basta”. Porque esta vez, más que nunca, votar es resistir o capitular.