“¡No vamos a pagar nada!”: Maslatón dinamita el relato de la deuda y lanza advertencia geopolítica sobre la soberanía argentina

“¡No vamos a pagar nada!”: Maslatón dinamita el relato de la deuda y lanza advertencia geopolítica sobre la soberanía argentina

Un plan de ruptura total

Carlos Maslatón, con su estilo provocador y mirada quirúrgica sobre la política y la economía argentina, acaba de incendiar el tablero con una declaración que va más allá de cualquier programa de estabilización: propone un impago masivo de la deuda externa. “Señores, esto no lo podemos pagar. Mi propuesta es simple: fijar un monto único de 500.000 millones de dólares, de los cuales solo se pagarán 250.000 a 25 años, sin intereses ni nueva deuda asociada”. Es un ultimátum que rompe con todo consenso tecnocrático y pulveriza la lógica de refinanciar hasta el infinito. Lo que plantea no es solo una renegociación: es una revolución económica que cuestiona la continuidad jurídica del Estado cuando el Estado mismo está en bancarrota.


La doctrina del deudor rebelde

Maslatón sostiene que el endeudamiento ha transformado a la Argentina en una colonia financiera, donde el 45% del presupuesto real se destina al pago de intereses, es decir, a alimentar a los “acreedores esclavistas”. Aclara que no está en contra de tomar deuda, pero sí de utilizarla para sostener una estructura estatal inviable: “Tomar deuda para infraestructura es válido. Tomar deuda para pagar deuda es un crimen”. Su diagnóstico resuena con claridad demoledora: el plan de Caputo y Milei es insostenible, mentiroso y destructivo. “Estamos generando 300 millones de dólares diarios de nueva deuda pública. Esto va a estallar”.


El fantasma de la entrega de la soberanía

Lo más perturbador de su discurso aparece cuando Maslatón hilvana un escenario que roza la ciencia ficción pero que, bajo su análisis, está dentro de lo posible: la entrega de soberanía territorial a cambio de condonación de deuda. “Ya pasó con Grecia, ¿por qué no con nosotros?”, se pregunta, y lanza una hipótesis alarmante: “¿Y si un día alguien propone saldar la deuda argentina con una parte de la Patagonia?”.

En este punto su relato toma un giro geopolítico: denuncia la existencia de un radar inglés entre Ushuaia y Río Grande, apunta contra la extranjerización de tierras y menciona el caso de Trump queriendo comprar Groenlandia. La alerta está lanzada: para Maslatón, la deuda puede ser la nueva forma de ocupación imperial.

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Del trosquismo a la derecha liberal: un puente inquietante

Paradójicamente, el liberal Maslatón reconoce que la izquierda argentina —incluso el kirchnerismo en su mejor momento— ha sido más lúcida que el actual oficialismo en denunciar la lógica esclavizante de la deuda. Asegura compartir con el trotskismo la condena a la deuda impagable, al tiempo que ironiza sobre las inconsistencias de la izquierda autoritaria (como Cuba o China) al asumir posturas liberales en lo económico mientras sostienen sistemas dictatoriales. “En China gobierna el Partido Comunista pero nadie se sienta en el Comité Central sin tener mil millones de dólares”.


El colapso del plan Milei y el rebrote populista

Maslatón no tiene dudas: el plan económico de Milei va rumbo al fracaso. Asegura que mezcla la recesión de 2001 con la inflación de 1981, lo que derivará en un colapso híbrido sin precedentes. Sin embargo, descarta un quiebre institucional. “Va a terminar el mandato, pero no lo va a terminar bien”. Su pronóstico es claro: tras el desgaste, se abrirá paso una alternativa moderada, sin violencia ni gritos, capaz de reconstruir con racionalidad lo que el “fascismo libertario” está destruyendo.


¿El peronismo se corre a la izquierda en Jujuy?

En clave electoral, Maslatón no lo dice, pero su lógica abre una posibilidad concreta: que en provincias como Jujuy, el peronismo nostálgico, harto del PJ federal “aburguesado” y de La Cámpora devenida en “casta”, pueda migrar hacia expresiones de izquierda con arraigo popular. Si la política se redefine en torno a la deuda y la soberanía, es posible que sectores marginados de la discusión institucional comiencen a tener voz. La izquierda, representada por referentes como Myriam Bregman —con quien Maslatón mantiene puentes discursivos—, podría ser un imán para ese peronismo disidente que ya no cree ni en los de siempre ni en los recién llegados de La Libertad Avanza.

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Una bomba dialéctica con ecos de realidad

Maslatón no es un outsider delirante. Es, quizás, el único analista que se anima a decir en voz alta lo que todos susurran: que la deuda no se puede pagar, que el país va al colapso, que estamos hipotecando la soberanía y que el Estado ya ni siquiera dibuja presupuestos para esconder el saqueo. En una Argentina que naturaliza lo absurdo, su voz suena cada vez más lúcida… o más peligrosa.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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