Ola violeta, promesa vacía: Jujuy no necesita motosierra, necesita cerebro

Ola violeta, promesa vacía: Jujuy no necesita motosierra, necesita cerebro

La Libertad Avanza prepara su “desembarco” en Jujuy para el 10 de diciembre con legisladores nacionales, provinciales y municipales. La hoja de ruta anunciada calca la agenda nacional: motosierra, recortes y una épica declamativa contra “la casta”. En un territorio donde el Estado está sobredimensionado y el nepotismo es una industria, el diagnóstico es parcialmente correcto. El problema es el remedio: copiar un libreto ajeno, sin ingeniería productiva ni plan de empleo, es administrar la decadencia con slogans.

Conviene poner los datos políticos sobre la mesa. En Jujuy—como en gran parte del país—la ola violeta no es propiedad de los libertarios locales. Tres estudios de opinión post-electorales muestran una motivación dominante: familias endeudadas que votaron “para ganar tiempo” y evitar un lunes negro, más que por adhesión doctrinaria. Es un voto prestado por el miedo, acelerado por señales externas y promesas de auxilio financiero que hoy están en veremos. Ese voto no autoriza delirios fundacionales ni pases de factura moral de quienes, en su mayoría, hasta ayer militaban otras camisetas.

Que el Estado jujeño deba achicarse en estructuras inútiles y redes familiares es de sentido común. No hace falta ser libertario para exigirlo. Pero reducir plan a podadora es infantil. La pregunta que ordena una gestión moderna es otra: ¿dónde, cómo y cuándo se crearán empleos privados formales en sectores con demanda real? Sin respuesta a eso, la motosierra sólo corta ingresos y desarma servicios, mientras la economía cae en recesión y el salario público—ya licuado para exhibir “superávit”—se convierte en pobreza planificada.

El oficialismo local lo sabe y, sin embargo, permanece inmóvil. Ministerios y secretarías siguen en piloto automático, atrapados en prácticas del siglo XX: clientelismo, administración de carencias, sociedades del Estado que compiten con el privado o lo desplazan con proveedores foráneos. El resultado está a la vista: comercio en retracción, despidos en cadenas exportadoras (tabaco incluido), caída del consumo y espaldas del sector privado agotadas.

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Del otro lado, la oposición violeta no trae novedad. Se limita a imitar el tono porteño y a recrear la liturgia que dice combatir: se jacta de haber enviado “siete colectivos” al acto de Milei. Cambia la peña, no la partitura. Si el plan es sustituir una red clientelar por otra, el círculo vicioso seguirá intacto. Y si el centro del debate local será “reforma laboral sí/no” sin un programa de pleno empleo y reconversión de habilidades, sólo estaremos discutiendo el color del salvavidas mientras el barco hace agua.

El contexto externo aprieta. Los grandes fondos enfriaron inversiones; el crédito “salvador” se relativiza; la promesa de dólares frescos se diluye. Con un tipo de cambio atrasado que asfixia economías regionales y resta rentabilidad a exportadores, las reservas no se engordan con powerpoints. Se viene—como mínimo—devaluación por goteo y un ajuste más profundo. Frente a eso, ¿cuál es el portafolio de proyectos productivos concretos para Jujuy? ¿Dónde están los tableros de control con metas trimestrales de empleo, exportaciones y recaudación de base ampliada?

Jujuy necesita estadistas pragmáticos, no tribunos virales. Un plan serio empieza por ordenar el Estado (auditoría de planta, desarme de duplicidades, licitación transparente), liberar al privado (ventanilla única digital, plazos perentorios, régimen municipal pro-inversiones) y moverse a la economía del conocimiento aplicada al territorio: agroindustrialización con trazabilidad, litio con cluster de proveedores pyme y norma de contenido local, turismo 12 meses con productos de ticket alto, hubs de software y BPO para exportar servicios. Todo esto se mide en proyectos, no en adjetivos.

También hace falta coraje político para decir lo obvio: la prioridad no es una reforma laboral abstracta, sino trabajo digno y masivo con formación en habilidades. Ciencia, tecnología y empleo son las tres palabras que deberían presidir cada conferencia de prensa. Sin eso, cualquier reglamento es cartón pintado.

Si la dirigencia quiere recuperar autoridad, que empiece por entregar resultados visibles en 90 días: 1) plan de compras públicas pro-pyme, 2) simplificación fiscal municipal y provincial, 3) mesa exportadora de economías regionales con tipo de cambio efectivo competitivo (devolución ágil de impuestos + logística), 4) programa intensivo de primer empleo con cofinanciamiento y métricas de inserción, 5) desenchufe de empresas estatales que compiten con el privado. Cinco golpes de timón, medibles.

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La ola violeta llegó con promesa de cambio. Si se limita a copiar consignas, será otra ola que se rompe en la orilla. Jujuy no necesita más épica; necesita gestión, industria, ciencia aplicada y trabajo bien pago. El resto es ruido.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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