Para trabajar en el Vaticano, hay que,…

 Para trabajar en el Vaticano, hay que,…

El Papa a sus colaboradores: las 24 virtudes necesarias para quien trabaja en la CuriaLa reforma seguirá adelante con determinación. Los escándalos no pueden ocultar «la eficiencia de los servicios que la Curia romana con dedicación rinde al Papa y a toda la Iglesia». Hay que «volver a lo esencial»; en el catálogo de las características que deberían tener quienes ofrecen sus servicios en el Vaticano están la ejemplaridad, la fidelidad, la honestidad, la madurez, la humildad, la afabilidad y la sobriedad.

ANDREA TORNIELLI:- CIUDAD DEL VATICANO «La reforma seguirá adelante con determinación, lucidez y resolución». Pero los escándalos no podrán obscurecer la importancia del trabajo que la Curia romana, «con dedicación rinde al Papa y a toda la Iglesia».

Lo dijo Papa Francisco esta mañana, en el tradicional discurso para las felicitaciones a la Curia en la Sala Clementina.

Bergoglio, que el año pasado pronunció un fuerte discurso indicando las «enfermedades» que pueden afectar a «cualquier cristiano, curia, comunidad, congregación, parroquia y movimiento eclesial», y que «exigen prevención, vigilancia, cuidado y desgraciadamente en algunos casos intervenciones dolorosas y largas», este año ofreció un catálogo positivo de las virtudes necesarias para los que trabajan en la Curia.

El Papa en su discurso recordó que algunas de las enfermedades denunciadas en diciembre de 2014 «se han manifestado a lo largo de este año, causando no poco dolor a todo el cuerpo e hiriendo muchas almas».

Una referencia que incluye el caso «vatileaks II», pero también otras cuestiones. «Parece un deber afirmar que eso ha sido y será siempre —aseguró Francisco— objeto de sincera reflexión y decisivas medidas. La reforma seguirá adelante con determinación, lucidez y resolución, porque ‘Ecclesia semper reformanda’».

Sin embargo, precisó el Pontífice, «incluso los escándalos no podrán ocultar la eficiencia de los servicios que la Curia Romana, con fatigas, con responsabilidad, con empeños y dedicación, rinde al Papa y a toda la Iglesia, y esto es una verdadera consolación».

Por ello, explicó, «sería una gran injusticia no expresar un sentido agradecimiento» y animar «a todas las personas sanas y honestas que allí trabajan con dedicación, devoción, fidelidad y profesionalidad».

Francisco subrayó que las «resistencias, las fatigas y las caídas» son también «ocasiones de crecimiento y nunca de desánimo», una oportunidad para «volver a lo esencial», es decir para «hacer las cuentas con la conciencia que tenemos de nosotros mismos, de Dios, del prójimo, del ‘sensus Ecclesiae’ y del ‘sensus fidei’».

Durante el Año de la Misericordia, el Papa propone «un estudio práctico», un «catálogo de las virtudes necesarias» para quien «presta servicio en la Curia» y para todos los que quieren «hacer fértil su servicio a la Iglesia», invitando a los encargados de los dicasterios «a enriquecerlo y a completarlo». Es un «análisis acróstico» de la palabra «M-I-S-E-R-I-C-O-R-D-I-A».

1) Misionariedad y pastoralidad 

La misionariedad «es lo que vuelve, y muestra, a la Curia fértil y fecunda», mientras que la «pastoralidad sana es una virtud indispensable especialmente para cada sacerdote» y «la medida de nuestra actividad curial y sacerdotal».

2) Idoneidad y sagacidad 

La primera «exige el esfuerzo personal de adquirir los requisitos» para «ejercer de la mejor manera las propias tareas y actividades, con el intelecto y la intuición». Y «va en contra de las recomendaciones y sobornos». La sagacidad es «la prontitud de mente para afrontar las situaciones con sabiduría y creatividad».

3) Espiritualidad y humanidad 

La espiritualidad es «la columna vertebral de cualquier servicio en la Iglesia y en la vida cristiana». La humanidad es «lo que encarna la veracidad de nuestra fe», lo que «nos hace diferentes de las máquinas y de los robots que no sienten ni se conmueven. Cuando nos resulta difícil llorar seriamente o reír apasionadamente, entonces ha comenzado nuestro declive y nuestro proceso de transformación de ‘hombres’ a otra cosa».

4) Ejemplaridad y fidelidad 

Ejemplaridad para «evitar escándalos que hieren las almas y amenazan la credibilidad de nuestro testimonio». Fidelidad a «nuestra consagración, a nuestra vocación». Aquí, el Papa citó las palabras tremendas de Jesús sobre quienes escandalizan a los pequeños: sera mejor, para él, que los arrojaran a los abismos.

5) Racionalidad y amabilidad 

La primera «sirve para evitar los excesos emotivos», la segunda para «evitar los excesos de la burocracia y de las programaciones y planificaciones». Cada exceso, observó Francisco, «es índice de algún desequilibrio».

6) Inocuidad y determinación 

La inocuidad «nos hace cautos en el juicio, capaces de abstenernos de acciones impulsivas y apresuradas». La determinación es «actuar con voluntad decidida, con visión clara y con obediencia a Dios», y solo por la ley suprema de la salvación de las almas.

7) Caridad y verdad 

«Dos virtudes indisolubles de la existencia cristiana… A tal grado que la caridad sin la verdad se convierte en ideología del ‘buenismo’ destructivo y la verdad sin caridad se convierte en ‘judiciarismo’ ciego».

8) Honestidad y madurez 

La honestidad es «la rectitud, la coherencia y actuar con sinceridad absoluta con nosotros mismos y con Dios». Quien es honesto actúa rectamente incluso cuando no hay vigilantes o superiores, «el honesto no teme ser sorprendido, porque no engaña nunca a quien confía en él». Y no «padronea nunca sobre las personas o las cosas que le han sido confiadas». Mientras la madurez es la «búsqueda para alcanzar la armonía entre nuestras capacidades físicas, psíquicas y espirituales».

9) Respeto y humildad 

El primero es dote de las personas que «tratan siempre de demostrar respeto auténtico a los demás, al propio papel, a los superiores y a los subordinados, a las prácticas, a los documentos, al secreto y a la reserva». La humildad es la virtud «de las personas llenas de Dios que entre más crecen en la importancia más crece en ellas la conciencia de ser nada y de no poder hacer nada sin la gracia de Dios».

10) Abundancia y atención 

Es inútil, explicó el Papa, «abrir todas las Puertas santas de todas las basílicas del mundo si la puerta de nuestro corazón está cerrada al amor, si nuestras manos están cerradas al donar, si nuestras casas están cerradas a la hospitalidad y si nuestras Iglesias están cerradas a la acogida. La atención es cuidar los detalles y ofrecer lo mejor de nosotros y no bajar nunca la guardia sobre nuestros vicios y faltas».

11) Impavidez y prontitud 

Es decir, «no dejarse atemorizar frente a las dificultades» y «actuar con audacia y determinación y sin tibieza». La prontitud es «saber actuar con libertad y agilidad sin apegarse de las cosas materiales temporales», sin nunca «dejarse apesadumbrar acumulando cosas inútiles y encerrándose en los propios proyectos y sin dejarse dominar por la ambición».

12) Confiabilidad y sobriedad 

Confiable es «aquel que sabe mantener los empeños con seriedad y confiabilidad cuando es observado pero, sobre todo, cuando se encuentra solo», y «no traiciona nunca la confianza que se le ha dado». La sobriedad es la «capacidad de renunciar a lo superfluo y de resistir a la lógica consumista dominante». Es «ver el mundo con los ojos de Dios y con la mirada de los pobres y de parte de los pobres». Quien es sobrio «es una persona esencial en todo, porque sabe reducir, recuperar, reciclar, reparar y vivir con el sentido de la medida».

Francisco concluyó su discurso pidiendo que sea «la misericordia la que guía nuestros pasos, la que inspire nuestras reformas, la que ilumine nuestras decisiones». Que sea ella la que nos enseñe «cuándo debemos seguir adelante y cuándo debemos dar un paso atrás», dijo citando la oración que un sacerdote estadounidense dedicó al beato Óscar Arnulfo Romero.

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