“Pato rengo en tierra celestial”: Gerardo Morales estira la agonía mientras la Libertad Avanza toma Jujuy por asalto

“Pato rengo en tierra celestial”: Gerardo Morales estira la agonía mientras la Libertad Avanza toma Jujuy por asalto

Editorial // ujuy ya no es del oficialismo. Solo quedan escombros institucionales sostenidos por colectoras anémicas. La ola violeta avanzó como profecía cumplida, y Morales, el viejo lobo del norte, apenas logró salvar las ruinas.

Las elecciones legislativas y municipales del 11 de mayo marcaron en Jujuy un punto de quiebre histórico: se selló el principio del fin de un modelo político agotado, sostenido por la ingeniería electoral de la trampa, las colectoras y la concentración de recursos provinciales. Gerardo Morales, el artífice de una de las estructuras más verticalistas y centralistas del país, intentó una vez más burlar la voluntad popular con su método favorito: adelantar los comicios. Pero esta vez no le alcanzó.

El zorro acorralado: Morales juega su última carta

El exgobernador, líder de la UCR nacional, y hasta hace poco aspirante presidencial frustrado, sabía que la tormenta libertaria no podía llegar a Jujuy sin un contraataque. Postergó el adelantamiento seis meses buscando el punto justo de caída de imagen de Milei para minimizar daños. Y en paralelo, tejió una red de colectoras como red de contención. Distribuyó poder como quien reparte oxígeno en un submarino sin salida.

Ganó la legislatura, sí. Pero perdió el territorio. Perdió las ciudades. Perdió el alma de la provincia.

Chuli Jorge, intendente de la capital, ya es pato rengo. Palpalá, Ledesma, Perico… también

Las principales ciudades de Jujuy fueron arrasadas políticamente por La Libertad Avanza, que con un despliegue militante novedoso, captó la furia popular, el cansancio acumulado, y sobre todo el rechazo a un régimen provincial que ahoga las autonomías municipales desde la cómoda cúpula capitalina.

Perico, bastión productivo y otrora prenda de cambio electoral, votó a rabiar contra el oficialismo. Palpalá y San Salvador, las joyas urbanas de la provincia, ya no están bajo control del oficialismo. En San Pedro, la derrota fue apenas esquivada, pero el aroma es el mismo: la rebelión territorial está en marcha.

Legislatura cerrada, intendencias abiertas al infierno

La jugada fue clara: perder intendencias para mantener la legislatura, sellar un cerrojo en la Cámara y ganar tiempo para sostener la impunidad de los que aún cortan tickets en la casta provincial. La maniobra salió, pero con un precio altísimo: los intendentes quedaron como fusibles quemados, sin legitimidad popular y sin capacidad de reacción frente a concejos deliberantes copados por libertarios e izquierdistas con ansias de guillotina institucional.

Esos concejales no llegan con banderas. Llegan con carpetas, pedidos de informes, denuncias, exigencias de transparencia y motosierra en mano. Son los nuevos delegados del poder nacional en el interior. Puente directo con la Casa Rosada, y enemigos declarados de las viejas formas de gobernar.

Sadir, la última muralla

Carlos Sadir, actual gobernador, tuvo que salir al rescate. El interior profundo fue el que sostuvo la mayoría parlamentaria. Pero no por convicción política: por inercia clientelar, por supervivencia estructural, por miedo a lo desconocido. Sin embargo, eso también tiene fecha de vencimiento.

Porque en octubre, cuando se elijan los diputados nacionales, la Libertad Avanza meterá no uno, sino al menos dos escaños. Y si el oficialismo no cambia el libreto, podría quedar sin representación nacional.

Lo que se viene: demolición controlada del bipartidismo

No estamos ante una derrota. Estamos ante una demolición. El modelo Morales –con su control legislativo, su cerrojo presupuestario, su coparticipación discrecional y su verticalismo partidario— está quebrado.

Los intendentes no tienen futuro político. Son zombies institucionales. Su única salida es entregarse al nuevo orden, o desaparecer. Y ese nuevo orden no vendrá a dialogar: viene a arrasar, a refundar, a destruir símbolos y hegemonías.

Porque eso votó la gente. No por amor a Milei. Sino por odio al sistema.

El veredicto del pueblo: basta de política de castas

Jujuy habló. En las urnas, en las calles, en las redes, en los barrios. La política de despachos ya no sirve. La política de cercanía sí. Por eso los libertarios avanzaron. Por eso la izquierda, con discurso firme, sigue sosteniéndose. Y por eso los dinosaurios del bipartidismo ya están en la vitrina.

Morales podrá exhibir una mayoría legislativa. Pero no puede ocultar el cadáver de su poder territorial.

A partir de hoy, Jujuy es una provincia en ebullición, donde los que se creían dueños del poder ya no son bienvenidos. Están tolerados… por un tiempo.

La casta jujeña, disfrazada de modernidad, empieza a sentir lo mismo que sintieron otras provincias: el rugido de las urnas cuando la paciencia social se agota.

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