Perico está atravesando un 2025 duro: comercios que bajan la persiana, ferias con menos movimiento, mercados con tickets más chicos y un agro que acelera la mecanización para sobrevivir a costos en alza. La liquidez local se escurre hacia plataformas que ordenan precios —muchas veces subsidiadas desde fuera de la plaza— mientras el crédito formal se vuelve inviable por tasas impagables y una cadena de insumos cada vez más dolarizada. La inflación erosiona márgenes, el empleo se precariza y el ecosistema productivo pierde pulso.
El golpe simbólico llegó con el cierre de plantas y acopios vinculados a cadenas históricas del tabaco y afines. No es un episodio aislado: es el síntoma de una desconexión entre política pública y economía real. Perico depende de cadenas que ajustan por productividad y escala. Cuando el municipio y la Legislatura siguen operando con lógicas del siglo pasado —trámites lentos, ordenanzas desactualizadas, controles erráticos— el mercado reconfigura el tablero sin pedir permiso.
Caso testigo: transporte. Uber y Didi operan sin habilitación local, fijan tarifas y capturan demanda. Para el usuario, resuelven un problema; para las remiserías, es competencia desleal; para la ciudad, es pérdida de control, datos y recaudación. El “dejar hacer” no es neutral: descapitaliza a los actores locales y vuelve dependiente a la plaza de algoritmos externos que pueden cambiar condiciones de un día para el otro.
En agro, la mecanización y la automatización seguirán. Negarlo es condenar al productor a perder competitividad. La respuesta no es “parar las máquinas”, sino recalificar trabajo (mecatrónica, mantenimiento, data de campo, riego inteligente, trazabilidad), financiar CAPEX con instrumentos adecuados (leasing con tasas reales negativas vía fondo provincial de garantías) y diversificar: poscosecha, bioinsumos, logística de frío, empaque y e-commerce B2B.
El comercio necesita oxígeno inmediato. Tres palancas de corto plazo:
- Moratoria municipal inteligente (multas, tasas y habilitaciones) atada a plan de reconversión y capacitaciones obligatorias en gestión, medios de pago y venta digital.
- Compra pública local: meta mínima de “compre Perico” en bienes y servicios corrientes del municipio con reglas claras de calidad y precio.
- Fondo rotatorio de capital de trabajo (60–90 días) usando pagaré digital y garantía recíproca, con scoring basado en facturación real (POS + billeteras).
Regulación pro-innovación ya:
- Sandbox de movilidad por 12 meses: habilitación piloto a plataformas bajo registro municipal, seguro local, tasa por viaje y paridad competitiva con remiserías (misma seguridad, mismos estándares). A cambio, apertura de datos para planificación urbana y cupos sociales para barrios sin cobertura.
- Ordenanza de plataformas: comisión máxima, prohibición de prácticas predatorias y exigencia de domicilio fiscal en Jujuy para tributar donde se genera el valor.
- Monitoreo de precios en ferias y mercados con tablero abierto; no para controlar márgenes, sino para disminuir asimetrías y mejorar logística.
Estrategia 2025–2026 de reconversión productiva:
- Distrito PyME-Tec Perico en el Parque Industrial: cowork, talleres de prototipado, vivero de software/IA aplicada a agro y comercio, y bolsa de talento con el IES y la Técnica.
- Marketplace “Hecho en Perico” (propiedad público-privada): catálogo único, pagos integrados, envíos con tarifa social y programa de cashback local financiado con fondos de promoción económica.
- Escuela de oficios 4.0: mantenimiento industrial, electroneumática, soldadura TIG, data entry de campo, QuickBooks/ERP para microempresas.
- Mesas sectoriales (tabaco, hortícola, logística, construcción) con metas trimestrales: empleo formal neto, facturación y exportaciones indirectas.
La dirigencia debe asumir que tecnología no es “modernidad estética”: es productividad, empleo y arraigo. El Estado municipal no puede seguir siendo un árbitro de sellos; debe convertirse en arquitecto de mercados: crea reglas, alinea incentivos y pone datos encima de la mesa. Sin eso, Perico corre el riesgo de apagarse: perder su ADN productivo y convertirse en un dormitorio sin industria, sin comercio y sin futuro.
No alcanza con “administrar pobreza”. Hay que diseñar crecimiento. El reloj corre.
