¿Por qué ganó Jujuy? Pascuttini, la dignidad y el principio de volver al peronismo real

¿Por qué ganó Jujuy? Pascuttini, la dignidad y el principio de volver al peronismo real

Perico Noticias – Jujuy

Lo que pasó en Jujuy no fue una elección, fue un grito

En Jujuy no votó una estructura. Votó el hambre. Votó la humillación diaria de sobrevivir. Votó el desprecio de los ninguneados.

Este medio anticipó hace seis meses que Jujuy Crece iba a perder, y lo sostuvo cada semana. No fue clarividencia. Fue escucha activa. Miles de lectores reaccionaban con bronca, con cansancio moral, con esa mezcla de vergüenza y rabia del que tiene que aguantar la pobreza todos los días y encima ser tratado como culpable de su propia miseria.

Eso es central: la mayoría social en Jujuy hoy es pobre. Pobre de verdad, no estadístico. Pobre que negocia remedios, que estira dos comidas, que hace cuentas para llegar al colectivo. Pobre humillado. Esa humillación cotidiana es la que la dirigencia todavía no entiende. Ese desfasaje entre la vida real y la casta política provincial —la casta radical-progresista reciclada en “Jujuy Crece”, los peronismos atomizados, los libertarios gritones de Twitter— explica por qué el electorado les soltó la mano, y se la va a seguir soltando.

No es ideológico. Es moral. Y cuando el vínculo moral se corta, lo que viene es castigo.

Jujuy Crece ya está terminado

Jujuy Crece perdió algo más que la elección: perdió autoridad moral.

Tres mandatos seguidos agotaron el crédito social. La gestión quedó percibida como lejana, soberbia, autorreferencial. Y lo más grave: como insensible.

La provincia está endeudada, empobrecida, y su entramado productivo —que debería ser orgullo provincial— está herido. No hay movilidad social ascendente. No hay horizonte a cinco años. Hay agotamiento social.

Jujuy Crece hoy es una estructura agotada que apenas capturó el 14% del padrón. El 14%. Eso no es piso, eso es certificado de defunción. Ese porcentaje, en política real, le dice a cualquier consultor serio: “la marca está muerta”. Ahora viene la etapa judicial, porque con ese nivel de deterioro fiscal y social nadie se va a ir caminando silbando bajito. Van a tener que explicar deuda, modelo, prioridades, beneficios y omisiones. Van a tener que explicar por qué la provincia está así. Y no les va a alcanzar con hablar de litio.

Jujuy Crece ya es pasado. Y va a pagar como pasado.

Los libertarios arrasaron en números, pero no trajeron futuro

En la superficie, los libertarios ganaron fuerte en Jujuy. Ese voto es importante leerlo sin cuentos épicos. No es un voto de convicción productiva. Es un voto de venganza política.

El jujeño más castigado no votó “un proyecto de futuro”. Votó “que se vayan todos”. Votó castigo. Votó revancha.

El trabajador precarizado, expulsado, sin respaldo sindical ni estatal, que vive la pobreza como culpa propia, se queda sin representación tradicional y busca una vía para recuperar autoestima. ¿Cómo le devuelven esa autoestima? Señalándole un enemigo más débil y vendiéndole odio como dignidad.

El discurso libertario hizo eso: no les prometió industria, ni trabajo local calificado, ni reactivación del circuito productivo jujeño. Les prometió ajuste: “vamos a hacer pagar a la casta”. Les prometió castigo: “vamos a ir contra los que te robaron”. Fue emocional, no programático.

No hay plan provincial real ahí. No hay matriz productiva jujeña sustentable. No hay cadena de valor local pensada con empleo formal. Lo que hay es ruido y pedido de informes. Lo que hay es marketing parlamentario.

Y eso dura hasta que te das cuenta de que el tipo al que elegiste para castigar a los otros… también te viene a ajustar a vos.

Porque lo que va a pasar ahora es previsible: los concejales y legisladores libertarios van a empezar a meter pedidos de informes en cada Concejo Deliberante, en la Legislatura, van a gritar corrupción, privilegios, viaje oficial, viático, foto. Van a exponer falencias del oficialismo saliente y van a desgastarlo. Eso va a suceder.

Pero en paralelo, la calle les va a cobrar algo simple: “¿Y vos qué nos trajiste?”. No van a tener respuesta. Porque su libreto viene de Buenos Aires y responde a la agenda nacional de Milei y Trump, no a la mesa del jujeño. Les van a exigir obediencia a la línea nacional, no soluciones para Perico, La Quiaca, Fraile, Palpalá.

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Ese choque va a ser rápido. Y brutal.

El legislador libertario jujeño, cuando tenga que votar entre obedecer al hambre local o obedecer la estrategia política nacional 2027 de La Libertad Avanza, va a obedecer arriba. Y ahí se les cae la máscara. Y el votante va a ver, con dolor, que eligió verdugos.

El peronismo jujeño: ¿renacimiento o fósil?

En Jujuy el peronismo está partido en dos líneas visibles.

Por un lado, Pedro Pascuttini (FPJA) y el eje productivo real: sector privado, economía provincial concreta, defensa de la cadena tabacalera y de las economías regionales que hoy están asfixiadas. Pascuttini vuelve a su base, a trabajar donde duele: sostener un circuito económico que le da de comer a miles de familias jujeñas. No es discurso, es taller mecánico, galpón, camión, cosecha. No habla de épica, habla de facturación, salarios pagados y puestos que no se pierdan.

Eso conecta con la necesidad real del pueblo peronista profundo: laburo, dignidad, previsibilidad, no ser tratado como descarte. Pascuttini se para ahí.

Por otro lado, está la línea de Leila Chaher. Mandato a punto de vencerse, aparato alineado al PJ intervenido, expectativa de quedarse con la lapicera partidaria como presidenta del PJ local. ¿Cuál es el problema ahí? Que el PJ jujeño, intervenido y reducido a sello, hace años que no expresa doctrina ni plan territorial. Es un sello húmedo, en manos de una mesa chica que habla en interno y no pisa la el campo, la producción, los comercios, etc.

No es que no pueda pasar nada ahí. Es peor: no pasa nada hace décadas. Parálisis cognitiva total. Y esto el militante peronista lo sabe, como el ciudadano d ea pié que nada atractivo vié emeger de ese partido la última década.

Entonces hoy el peronismo jujeño está frente a una pregunta estratégica: ¿seguimos discutiendo quién maneja el sello, o nos transformamos de nuevo en herramienta de defensa del que está siendo humillado todos los días?

Porque atención: el voto peronista en Jujuy —el pueblo que se sigue diciendo peronista aunque deteste a su dirigencia— ya se unificó abajo. La unidad ya pasó en las bases. Los que no se enteraron todavía son los dirigentes.

O se alinean, o quedan fuera de juego. Y el que no entienda el reloj, queda fósil.

Por qué Pascuttini importa

Pedro Pascuttini (FPJA) irrumpe no sólo como nombre. Irrumpe como método.

Su planteo es pragmático, no tuitero. Recuperar producción local. Defender el complejo productivo y distributivo jujeño más importante. Frenar sangría laboral concreta. Poner a la provincia a producir, no a teatralizar. Eso es peronismo sano en versión siglo XXI: industria y trabajo como bandera, dignidad económica como primer derecho humano.

Atención con este punto: Pascuttini está parado en la misma lógica nacional que hoy encarna Axel Kicillof en Buenos Aires. Ambos colocan en el centro las palabras empleo, industria, salario, conocimiento, comunidad. Ambos entienden que el problema no es “el vago”, como grita la ultraderecha para entretener al resentido. El problema es que el modelo de provincia actual te deja siempre al borde del desalojo, te hace pedir fiado, te obliga a aceptar sueldos indignos y encima te culpa.

La gente pobre vive humillación todos los días. Esa humillación genera necesidad de respeto. Si el peronismo no se lo da, la derecha les vende odio como respeto. Y gana y volverá a ganar si no hay un giro copernicano a la hora de hacer política.

Pascuttini, como Kicillof, propone otra cosa: “Tu problema no sos vos. Tu problema es el sistema que te está estrangulando y encima te hace creer que la culpa es tuya”. Eso reconstruye autoestima popular. Eso vuelve a poner al trabajador jujeño en el centro. Eso es peronismo de base, no marketing.

Y hay otra capa, Formato 11: la política provincial entró en modo autopromoción, pura rosca, cero respeto por la gente. Se perdió el respeto, y cuando se pierde el respeto, la democracia se vacía y la calle se vuelve barbarie de todos contra todos. Pascuttini —y también Kicillof— traen algo que hoy vale oro: hablan de comunidad y de responsabilidad compartida. Hablan de vínculo. Hablan de reconstruir tejido, no de incendiar redes sociales.

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Eso es lo único serio en la mesa.

Lo que viene hasta 2027

Hasta 2027 vamos a ver tres movimientos en Jujuy:

  1. Caída definitiva de Jujuy Crece.
    Esa estructura está en salida. Con o sin fueros, va a tener que explicar deuda, deterioro social, oscuridad administrativa. Se terminó el blindaje. Viene la rendición de cuentas.
  2. Desgaste acelerado de los libertarios.
    Van a hacer ruido institucional, sí. Van a exponer informes, sí. Van a pegarle al oficialismo saliente, sí. Pero al mismo tiempo van a quedar expuestos como delegación provincial de un proyecto nacional que responde a Washington. Cuando se vea que su misión real no es defender Jujuy sino obedecer la hoja de ruta económica que marcó Estados Unidos —esa misma que Milei aceptó cuando se arrodilló frente a Trump—, la bronca de los votantes libertarios se va a volver contra ellos. Porque el hambre no espera relato. Y cuando tengan que explicar por qué no hay trabajo pero sí obediencia externa, van a tartamudear.
  3. Convergencia peronista en torno al que está al lado del laburante.
    O el peronismo jujeño hace una síntesis inteligente entre representación territorial real (Pascuttini y quienes están en la economía productiva cotidiana) y una proyección doctrinaria nacional clara (la línea Kicillof: industria, salario, Estado como garante de dignidad, familia como núcleo social, conocimiento como palanca económica), o directamente la síntesis la va a imponer la calle.

No hay más márgenes para peronismos de sello, ni de boutique, ni de aparato intervenido por Buenos Aires. Eso ya murió.

Conclusión ejecutiva

¿Por qué ganó Jujuy? Porque Pascuttini apareció como el tipo que habla con los que trabajan y cobran mal, no con los que hablan de ellos.

Porque el jujeño pobre —y en Jujuy el pobre es mayoría— está harto de que lo administren tecnócratas que no pisan el barro y lo usen políticos que ya están viviendo en modo bronce. Porque la humillación cotidiana explotó en voto castigo contra Jujuy Crece y empujó a muchos a los libertarios como cachetada. Pero ese canal libertario no tiene proyecto productivo para la provincia. Sólo tiene odio de revancha, es otra ala de la casta que lucha por poder en si mismo, y obediencia nacional.

Entonces la pregunta 2027 es directa: ¿Quién va a pararse frente a esa mayoría humillada y decirle “vos valés, vos sos el centro de la discusión económica, vos no sos descartable”?

El que haga eso —con producción real, con plan industrial, con respeto, con comunidad— ordena Jujuy.

Hoy, el que más cerca está de eso es el espacio peronista Frente Primero Jujuy Avanza.

Todo lo demás es ruido.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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