Por qué Trump tenía razón sobre la política de Obama respecto a Pyongyang

 Por qué Trump tenía razón sobre la política de Obama respecto a Pyongyang

El presidente estadounidense calificó la política de su predecesor hacia Corea del Norte como un fracaso. La afirmación es cierta, pero el problema, según los expertos, es que él tampoco ha ofrecido alternativas mejores.

Cuando el presidente electo Donald Trump se reunió con el saliente Barack Obama en la Casa Blanca, este le dijo que Corea del Norte sería uno de los problemas más acuciantes que tendría que afrontar. Tenía razón. En siete meses de presidencia, el régimen de Pyongyang provoca la mayoría de los dolores de cabeza en política internacional del la administración Trump con sus amenazas directas.

Cómo se ha llegado a esto tiene mucho que ver, como afirma Trump, con la fracasada política de la administración Obama respecto a Corea del Norte, descrita generalmente como de «paciencia estratégica”. Oficialmente, este enfoque está expresado en un documento de seguridad nacional de 2015, según el cual, «los desafíos que enfrentamos requieren paciencia estratégica y persistencia». Aunque no se refería únicamente a Corea del Norte, en este caso encajaba especialmente bien la rúbrica.

Enfoque fallido

Habiendo descartado las opciones militares desde el principio, en los ocho pacientes años de administración Obama se ensayaron varias vías para empujar a Corea del Norte a ralentizar o detener sus programas de desarrollo de misiles y armas nucleares. Como la de la presión diplomática y económica, el diálogo y el «señalar y avergonzar» al régimen en las Naciones Unidas, destacando sus graves violaciones de los derechos humanos. Nada de eso funcionó.

Nordkorea Raketentest Hwasong-14 (Getty Images/AFP/KCNA) Los esfuerzos de Obama para detener el programa armamentístico se quedó corto.

«El enfoque de la administración Obama hacia Corea del Norte fue un fracaso», dice también Kelsey Davenport, director de la política de no proliferación en la Asociación de Control de Armas. «Si algo ha conseguido, es dar tiempo a Corea del Norte para seguir avanzando en sus programas de misiles nucleares». El esfuerzo de Obama en el diálogo con Corea del Norte, explica Davenport, fracasó porque Washington exigió que Pyongyang diera pasos hacia la desnuclearización antes incluso de que el Gobierno estadounidense estuviera siquiera dispuesto a sentarse para negociar con el régimen con unas «condiciones previas que eran onerosas y excesivas». «Ese enfoque era realmente poner el carro delante del caballo», resume gráficamente Davenport.

Baja prioridad

«Desde cualquier punto de vista, la paciencia estratégica fue un fracaso», coincide Celeste Arrington, experto en Corea de la Universidad George Washington. Además, se minusvaloró el problema y se malinterpretaron las intenciones de Pyongyang. «Solamente esperar a que Corea del Norte responda es una postura reactiva y pasiva», dice Arrington. «El Gobierno de Obama podría haber presionado con más fuerza para el diálogo o tratar de volver a las negociaciones a seis bandas de 2005 y 2006».

Südkorea Militär Soldaten Übung (picture-alliance/dpa/Kyodo) Pyongyang quiso que Washington dejara de hacer ejercicios militares junto a Corea del Sur.

Washington dejó pasar y malinterpretó varias señales de Corea del Norte sobre su disposición a hablar, como la oferta en 2014 y 2015 de congelar las pruebas balísticas y nucleares a cambio de la suspensión de los ejercicios militares de Estados Unidos en Corea del Sur. «Cuando Corea del Norte abrió la puerta a las conversaciones, Estados Unidos la cerró de nuevo rápidamente «, resume. En su lugar, Obama debía haber hecho un esfuerzo, al igual que con Irán, para desarrollar una salida diplomática.

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¿Sigue viva la «paciencia estratégica»?

Como resultado, Corea del Norte reinició, todavía durante el gobierno de Obama, la producción de plutonio para armas nucleares, comenzó un programa armamentístico más ambicioso y avanzó en su desarrollo de misiles balísticos. «El enfoque de la administración Obama le dio tiempo a Corea del Norte para continuar avanzando en su programa», resume Davenport. «Trump tiene razón en que la paciencia estratégica falló», pero el problema es, aparte de criticar a su predecesor, que el actual presidente no ha hecho nada para mejorar la situación y ofrecer una alternativa mejor.

«En todo caso, el Gobierno de Trump ha vestido la paciencia estratégica con un título diferente –‘máxima presión y compromiso’– ligándolo con irresponsables amenazas de recurrir al uso de la fuerza militar», dijo Davenport. «Su enfoque no es mejor y, si acaso, es más peligroso». «Cuando entras a analizarlo, no se ve una verdadera diferencia objetiva en términos de políticas», dijo Arrington. «Tal vez hay más retórica, más mensajes en Twitter y más señales confusas, pero en última instancia, se parece mucho todo a lo que estábamos viendo con la administración Obama. Tal vez la paciencia estratégica sigue viva».

Autor: Michael Knigge (LGC/MS)

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