“Rescate con condición: voten a Milei o no hay salvavidas”

“Rescate con condición: voten a Milei o no hay salvavidas”

Donald Trump dijo en la puerta de la Casa Blanca lo que ningún aliado serio se anima a decir en público: si Milei pierde, “no vamos a perder el tiempo”. Traducción sin anestesia: el eventual salvataje de Washington queda atado al resultado electoral del 26 de octubre. No es cooperación; es condicionalidad política explícita. Y esa frase, dirigida a un país con memoria de tutelas e imposiciones, suena a ultimátum colonial.

La reacción fue inmediata. El veredicto de Wall Street no se expresa en discursos sino en paneles rojos: bonos argentinos cayendo, acciones retrocediendo y el Merval borrando ganancias en cuestión de horas. Los mercados —que supuestamente celebran certezas— leyeron incertidumbre, dependencia y una admisión tácita: sin respaldo externo, el programa oficial no camina. Si el “plan” necesita muletas políticas extranjeras, no es un plan: es un ruego.

Trump puso en palabras lo que el oficialismo venía insinuando: la macro argentina pasa a ser un subcapítulo de la campaña norteamericana y de su puja geopolítica. La diplomacia convertida en apriete electoral. Para peor, la provincia de Buenos Aires ya mostró el 7 de septiembre que el oficialismo perdió mayoría social; con ese antecedente, condicionar ayuda a un resultado que hoy luce cuesta arriba es, además de arrogante, poco inteligente.

WhatsApp Image 2025 10 14 at 20.53.45

El mensaje cala hondo en una sociedad cansada de promesas rotas, salarios licuados y ajuste permanente. “Rescate si me votan” es la antítesis de la soberanía económica. Y arrastra costos: devalúa la legitimidad del Gobierno, debilita la posición negociadora de la Argentina y exacerba la percepción de que las decisiones se toman en Washington y no en Buenos Aires.

  “Otra vez humo: no eliminan los Registros Automotores y la caja sigue intacta”

Hay otra consecuencia política: los gobernadores de Provincias Unidas, que coquetearon con el oficialismo en el Congreso, quedan pegados a un libreto que hoy naufraga. La tibieza se paga caro cuando el socio mayor te expone así. En la caja negra de los mercados ya se descuenta castigo para el “apoyo condicionado” y premio para quienes ofrezcan una salida nacional, previsible y no tutelada.

La encrucijada está planteada con crudeza: o se plebiscita una dependencia inédita —con más recesión, salarios a la baja y provincias ajustadas— o se elige reconstruir un programa propio que priorice producción, empleo y estabilidad desde adentro, diversificando vínculos sin renunciar a ninguna relación, pero sin arrodillarse ante ninguna.

No es antiestadounidense defender intereses argentinos. Es sentido común. La Argentina necesita financiamiento, sí; pero sobre todo necesita un rumbo que no dependa de la voluntad de campaña de ningún presidente extranjero. El 26 de octubre no se vota solo una lista: se vota si aceptamos que nos hablen como “patio trasero” o si recuperamos la dignidad de decidir nuestro destino.

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *