¿Retenciones en cero y préstamo imposible? La Argentina entre el espejismo yanqui y el abismo chino

¿Retenciones en cero y préstamo imposible? La Argentina entre el espejismo yanqui y el abismo chino

Argentina juega a la ruleta rusa con cinco balas en el tambor. Milei promete retenciones en cero para el campo, una bandera liberal que suena bien en campaña pero que, en los hechos, se convierte en un suicidio fiscal en medio de una economía en recesión y con un dólar que ya trepó a los 1.500 pesos. Devaluar sin retenciones es dejar al Estado sin ingresos mientras se incendian los precios y se licúan salarios.

En paralelo, se negocia un préstamo de 30.000 millones de dólares con el Tesoro de Estados Unidos, presentado como la salvación. Pero la verdad es otra: es un delirio prestarle esa suma a un país en default de facto, que no genera confianza ni estabilidad jurídica. Ni siquiera se trata de un crédito para producir o invertir; es simplemente dinero para pagar deudas viejas y prolongar la agonía.

El problema no termina allí. El alineamiento total con Washington significa patear el tablero con China, el principal socio comercial de la Argentina. En las provincias del NOA y la Patagonia, donde los proyectos de litio, cobre y energía renovable tienen fuerte presencia china, el acuerdo con EE.UU. podría funcionar como un freno total. No sólo perderíamos inversiones millonarias: también se dinamitaría el puente de exportaciones que sostiene economías regionales enteras.

La comparación con Ucrania es inevitable. A Zelensky se lo sigue financiando, pero a cambio de entregas estratégicas: tierras, concesiones, control extranjero de recursos vitales. Argentina parece seguir el mismo camino de sumisión: entregar litio, granos y minerales como garantía de un préstamo que no resuelve nada. Cambiar soberanía por dólares de papel.

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El campo, mientras tanto, queda atrapado en la contradicción. Con retenciones en cero puede festejar, pero con la devaluación y el desarme del vínculo con China, se desploman mercados y se multiplican los costos. Sin compradores estables, la fiesta dura lo que tarda en evaporarse la primera liquidación.

La verdad incómoda es que el supuesto “rescate” norteamericano no es salvación, es fusilamiento diferido. Argentina no necesita un tutor que la condene a elegir entre Washington o Beijing: necesita autonomía, estabilidad y respeto por su gente. De lo contrario, estaremos hipotecando el presente de los jubilados, el futuro de los jóvenes y la riqueza de las provincias, a cambio de un espejismo financiero.

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