El Gobierno quiso avanzar con despidos y reestructuraciones en áreas estratégicas; terminó frenando, a la fuerza, por el empuje del federalismo. La justicia suspendió el cierre de Vialidad Nacional y ordenó preservar su funcionamiento, un golpe directo a la “motosierra” sobre la obra pública vial que las provincias consideran clave.
Al mismo tiempo, la Justicia frenó los cambios en el INTI que el Ejecutivo había intentado imponer por decreto, dejando en pausa una reforma que vaciaba capacidades técnicas esenciales para la industria nacional.
Y en el Congreso, el Senado rechazó la reforma que tocaba Vialidad, el INTA y el INTI, un resultado imposible sin la presión explícita de los gobernadores sobre sus bancadas. Fue, en los hechos, un “hasta acá” de las provincias ante medidas que desarticulaban la infraestructura productiva y de conocimiento del país.
No es un episodio aislado: la relación con los mandatarios provinciales se tensó al punto de vaciar actos oficiales y de parir un frente de gobernadores que busca llevar la agenda del interior productivo al Congreso. La señal es nítida: sin acuerdos con las provincias, no hay reformas sustentables ni gobernabilidad posible.
Lo que deja esta marcha atrás
- El federalismo funciona cuando se lo defiende. La Justicia y el Senado —empujados por las provincias— actuaron como diques frente a decisiones que recortaban capacidades críticas del Estado para producir, investigar y mantener rutas.
- El costo político es real. El Ejecutivo mostró que puede retroceder cuando el costo de insistir supera el beneficio simbólico del ajuste. Los gobernadores entendieron el momento y se plantaron con eficacia.
- La obra pública, el agro y la industria necesitan Estado. Sin Vialidad, INTA e INTI, el NOA y el interior pierden competitividad, servicios técnicos y mantenimiento vial. La economía real se resiente primero en las provincias.
El mensaje que baja del interior es claro: no hay desarrollo sin instituciones técnicas fuertes y articulación Nación–provincias. Y cuando se intenta desmantelarlas, el federalismo responde. Hoy, la sensatez se impuso por la vía menos elegante —cautelares y votos en el Senado—, pero se impuso al fin. Toca ahora encauzar esa energía en un pacto productivo que blinde a Vialidad, INTA e INTI como lo que son: **herramientas de trabajo