En un anuncio que promete cambiar las reglas del juego en el comercio argentino, el Secretario de Industria y Comercio, Pablo Lavigne, junto a representantes del gobierno, confirmó la eliminación de los impuestos aplicados a las compras realizadas en el exterior. La medida, presentada como un paso hacia la «liberación económica» impulsada por el gobierno de Javier Milei, ha generado un intenso debate entre empresarios, consumidores y sectores productivos.
¿Qué implica esta medida?
La eliminación de estos impuestos busca, según Lavigne, “garantizar la libertad económica, reducir los costos para los consumidores y dinamizar el mercado local”. En un contexto donde la inflación y los precios internos son protagonistas de las preocupaciones diarias, esta decisión apunta a permitir el acceso a bienes más económicos y competitivos provenientes de mercados internacionales.
“La competencia es la base de una economía sana. No podemos seguir protegiendo ineficiencias a costa del bolsillo de los argentinos”, declaró el secretario en conferencia de prensa. Además, sostuvo que esta política representa una oportunidad para que las empresas locales se adapten y compitan en igualdad de condiciones con actores globales.
Impacto en los consumidores y el sector productivo
Para los consumidores, la noticia fue recibida con entusiasmo. La posibilidad de acceder a productos importados sin las tradicionales cargas fiscales abre la puerta a precios más accesibles y una mayor diversidad de opciones en tecnología, ropa, electrodomésticos y otros bienes de consumo.
Sin embargo, no todo es optimismo. Desde la Unión Industrial Argentina (UIA) y diversas cámaras empresariales advirtieron sobre los riesgos de una “avalancha importadora” que podría desplazar a la industria nacional y poner en peligro miles de puestos de trabajo. “No podemos competir con países que tienen costos mucho más bajos. Esto es un golpe directo al corazón de la producción local”, señaló un representante de la UIA.
El debate político: libertad o riesgo económico
La medida también ha desatado un intenso cruce en el ámbito político. Mientras los aliados de Milei celebran esta decisión como un avance hacia la libertad económica y el fin del proteccionismo, sectores opositores denuncian que la eliminación de impuestos podría profundizar la dependencia del país respecto a bienes importados, agravando los problemas de balanza comercial y debilitando la economía interna.
Pablo Lavigne, sin embargo, fue contundente al responder a las críticas: “El mundo no espera. O nos adaptamos y somos competitivos, o seguimos estancados en un modelo que nos empobrece. Este gobierno no le tiene miedo al cambio”.
¿Qué viene después?
La implementación de esta medida plantea varios interrogantes. ¿Cómo impactará en la generación de empleo? ¿Podrán las PyMEs y los sectores más vulnerables de la industria adaptarse a este nuevo escenario? ¿Y qué pasará con el tipo de cambio y las reservas del Banco Central ante una posible mayor demanda de dólares para importaciones?
Por ahora, el anuncio ha logrado lo que todo gobierno busca: captar la atención de la sociedad y poner en el centro del debate una reforma que promete ser histórica. La gran pregunta es si los beneficios para los consumidores se traducirán en un crecimiento económico sostenible o si este «shock de libertad» terminará desequilibrando aún más a una economía que ya enfrenta múltiples desafíos.
Lo que es seguro es que la eliminación de impuestos a las compras en el exterior marca el inicio de una nueva etapa para el comercio argentino, una que genera grandes expectativas, pero también incertidumbre en un país acostumbrado a vivir en tensión entre la protección y la apertura.