Redacción Perico Noticias // En un país acostumbrado a los giros inesperados, las tensiones internas dentro del movimiento libertario liderado por Javier Milei están comenzando a generar incertidumbre. Los recientes enfrentamientos entre Milei y Victoria Villarruel, su aliada clave, ponen en evidencia que la cohesión dentro del oficialismo puede estar en riesgo, amenazando con dilapidar el crédito electoral obtenido hace apenas semanas.
¿Un arma de doble filo?
La llegada de los libertarios al poder marcó un cambio de paradigma en la política argentina. Su narrativa, basada en la lucha contra la «casta» y la corrupción, cautivó a un electorado cansado de promesas incumplidas. Sin embargo, el ejercicio del poder no tarda en exponer fisuras. El caso reciente de la expulsión del ex senador Kueider, actualmente detenido en Paraguay, ha puesto a prueba la capacidad del gobierno para gestionar crisis internas y externas.
Por un lado, la firmeza en la expulsión del dirigente puede interpretarse como un gesto coherente con su discurso anticorrupción. Por otro, la respuesta dividida dentro del propio oficialismo, con Milei atacando a Villarruel, genera dudas sobre la unidad y solidez del espacio político.
¿Otro fenómeno en ciernes?
La historia argentina demuestra que los fenómenos políticos disruptivos tienen una alta volatilidad. Desde el ascenso meteórico del kirchnerismo hasta el desgaste del macrismo, ningún espacio ha logrado mantener su hegemonía sin enfrentar profundas crisis internas. ¿Podría el libertarismo correr la misma suerte?
Si las internas no son manejadas con inteligencia, el gobierno de Milei podría enfrentar un escenario en el que su principal enemigo no sea la oposición, sino las propias contradicciones internas. Esto pone en riesgo la legitimidad de su liderazgo tanto a nivel nacional como internacional.
Milei: ¿símbolo sólido o mito en construcción?
A pesar de las tensiones, Milei sigue siendo un líder con proyección global. Su protagonismo en la política internacional, desde la invitación a la asunción de Donald Trump hasta su discurso contra el socialismo en foros globales, mantiene al músculo libertario en el centro de atención. Sin embargo, este protagonismo podría no ser suficiente para contener los problemas internos.
El dilema radica en si el «fenómeno Milei» será capaz de sostenerse como un símbolo de cambio frente a las miserias internas, o si estas terminarán por erosionar su base de apoyo.
¿Y el resto de los actores?
El estado de las internas libertarias también envía un mensaje a la oposición y a otros actores políticos. Si el gobierno de Milei no logra consolidarse, podría abrir la puerta para una nueva reconfiguración del poder en Argentina. En un contexto donde el electorado tiene cada vez menos tolerancia hacia la corrupción y los conflictos internos, los líderes de otros espacios políticos podrían verse tentados a capitalizar el desgaste libertario.
Argentina, entre el cambio y la incertidumbre
En este escenario, todo fluye sin un destino claro. Los libertarios, que irrumpieron como un huracán en la política argentina, enfrentan ahora el desafío de demostrar que pueden gobernar sin dilapidar el capital político que los llevó al poder. ¿Serán capaces de aprender de los errores de quienes los precedieron, o caerán en las mismas trampas que tanto denunciaron?
Lo cierto es que, en Argentina, el tiempo corre rápido y las expectativas del electorado son altas. Cada decisión, cada enfrentamiento y cada fisura interna tienen el potencial de marcar el destino no solo de un gobierno, sino de un fenómeno político que prometió cambiarlo todo.
