Redacción Perico Noticias // Perico, una vez reconocida como un bastión productivo del norte argentino, enfrenta hoy un preocupante proceso de estancamiento económico y social. Lo que fue un pujante centro de oportunidades para comerciantes, emprendedores y productores, ahora está marcado por la apatía de los «inquilinos del poder»: funcionarios que pasan sin dejar huella, desconectados de las necesidades reales de la ciudad. En un contexto donde la desconfianza hacia el Estado crece y el desprecio por la política se impone en el ideario colectivo, los ciudadanos solo esperan el día de las elecciones para cambiar de página.
De bastión productivo a una gestión de paso
Perico supo destacarse por su mercado agrícola, su posición estratégica y su capacidad para atraer inversiones. Sin embargo, los funcionarios que deberían garantizar el desarrollo de la ciudad parecen más interesados en transitar sus mandatos que en dejar un legado real. Mientras a nivel nacional se impulsa la desregulación para aliviar la presión fiscal y administrativa, en Perico persisten políticas que parecen ignorar este espíritu: tasas municipales en aumento, regulaciones excesivas y un Estado distante de los problemas reales.
En este escenario, la desconexión de los «inquilinos» del poder no solo erosiona la economía local, sino que también alimenta el desencanto de una comunidad que siente que el gobierno local no responde a sus demandas.
Historias de una ciudad que se resigna
- El emprendedor que ya no apuesta por Perico: Alejandro, quien intentó abrir un pequeño emprendimiento gastronómico, comenta: «Los costos de habilitación y las tasas municipales son absurdos. Da la sensación de que la ciudad no quiere que crezcamos. Es más fácil abrir en otra localidad.»
- El productor que dejó de luchar: Marta, productora de frutas, decidió vender su pequeña finca. «El municipio no genera incentivos para seguir. Todo es más caro, más complicado y más burocrático. Ya no vale la pena quedarse.»
Estas historias reflejan una percepción que se ha consolidado entre los ciudadanos: Perico no avanza porque sus gestores no están comprometidos con el progreso real de la ciudad.
El contraste nacional: desregulaciones ignoradas
Mientras el gobierno nacional avanza con políticas que fomentan la modernización y la desregulación, como el reciente decreto presidencial sobre transporte automotor, en Perico no se perciben cambios que sigan esa línea. Por el contrario, las políticas locales parecen más centradas en recaudar que en incentivar el desarrollo.
Este desinterés por adoptar medidas audaces y modernas alimenta la sensación de abandono entre los ciudadanos. Los periqueños ven cómo otras ciudades avanzan, mientras ellos siguen atrapados en un sistema que prioriza la supervivencia política por encima del bienestar colectivo.
Un futuro incierto: el rechazo al Estado como solución
El desprecio por el Estado, cada vez más arraigado entre los ciudadanos de Perico, es el resultado directo de la falta de compromiso de quienes gobiernan. Lejos de ser percibido como un actor que soluciona problemas, el municipio se ve como una estructura que complica y frena. Esta desconexión no solo afecta a la economía, sino también al tejido social, generando un clima de resignación y apatía.
Para revertir esta situación, se necesitan líderes con visión, dispuestos a escuchar a los ciudadanos y a tomar decisiones que prioricen el bien común por encima de los intereses políticos.
La oportunidad de un cambio
A pesar del estancamiento, Perico sigue siendo una ciudad con potencial. Su ubicación estratégica, su historia productiva y la resiliencia de su gente son activos valiosos. Sin embargo, para aprovechar estas fortalezas, es necesario un cambio profundo:
- Compromiso real: Los funcionarios deben abandonar la actitud de «inquilinos de paso» y asumir una responsabilidad activa con el futuro de la ciudad.
- Desregulación local: Simplificar procesos, reducir cargas fiscales y eliminar trabas burocráticas para que Perico vuelva a ser un polo de atracción.
- Escucha ciudadana: Incorporar a los ciudadanos en la toma de decisiones y trabajar en políticas que reflejen sus necesidades reales.
El tiempo se agota
La paciencia de los ciudadanos de Perico está llegando a su fin. Con cada día que pasa, el desprecio por el Estado crece, alimentado por gestiones que no dejan huella y que se perciben más como inquilinos temporales que como verdaderos representantes.
Las elecciones serán la oportunidad para que Perico elija un nuevo rumbo, uno donde los líderes comprendan que su función no es ocupar un cargo, sino transformar una ciudad que merece volver a soñar con un futuro próspero. Es hora de que los inquilinos del poder se conviertan en arquitectos del progreso, sin embargo los leones ya merodean la calle Alberdi.