“Tabaco o traición: la Cooperativa de Tabacaleros de Jujuy se arrodilla ante la industria y deja al borde del abismo a miles de productores”

Redacción Perico Noticias // En una jugada que deja al desnudo la lógica perversa del “capitalismo de los amigos” y el vaciamiento institucional del modelo cooperativo, la Cooperativa de Tabacaleros de Jujuy acaba de asestar un golpe histórico al corazón productivo de la provincia. En la mesa de negociación celebrada el pasado 21 de marzo en Salta, con la expectativa de fijar el precio de la campaña tabacalera 2024/2025, la Cooperativa —que debería ser garante de los intereses de los productores— eligió alinearse con las grandes compañías compradoras y fijar una actualización inicial del 25%, condenando a la actividad a una agonía previsible.

La decisión, que se anunció “sujeta a revisión” solo luego del estallido de indignación de las cámaras tabacaleras de Jujuy y Salta, fue una señal devastadora. En un contexto de inflación desbordada, suba acelerada de insumos, eliminación de retenciones y mejora del precio FOB, el pedido inicial del 70% formulado por la Cámara del Tabaco de Jujuy —conducida por Pedro Pascuttini— no era un capricho, sino un piso técnico racional, que luego fue moderado a un 50% para destrabar el colapso financiero de los productores.

En esa mesa, la posición de la Cooperativa jujeña —históricamente el actor con mayor poder de fuego en la formación del precio— no solo clausuró de hecho la negociación, sino que convalidó la postura de Massalin Particulares y Alliance One. Ambas empresas, fieles a su lógica de rentabilidad sin miramientos, se habían plantado en el mismo 25%. Fue la voz de Esteban Amat Lacroix, presidente de la Cámara del Tabaco de Salta, quien se alineó con Jujuy y exigió una actualización del 50% como piso razonable.

¿Qué hizo entonces la Cooperativa de Jujuy? ¿Ejerció su rol estratégico? ¿Defendió el mandato cooperativo de los productores que la integran? No. Actuó como dealer del agronegocio, favoreciendo sus márgenes a costa del quebranto estructural de quienes producen. ¿Por qué? Tal vez para tapar agujeros financieros propios, aprovechar la eliminación de las retenciones y lucrar con el precio de exportación sin repartir beneficios. ¿A qué precio? Al de devastar el entramado social y económico de miles de familias del interior jujeño.

La maniobra es grave, no solo por su impacto directo, sino por lo que revela: una cooperativa que opera como fachada institucional de intereses privados, funcional a un modelo de concentración productiva que pone en riesgo la continuidad de la actividad. No es casual que productores de Jujuy, que presenciaron la negociación, salieran de la sala con más preguntas que respuestas. “¿Es la cooperativa de Jujuy un dealer más o una organización de productores?”, se preguntan.

Lo más preocupante es el silencio cómplice del Gobierno de Jujuy. Si bien pidió “sensatez” a la industria, no hubo un solo llamado de atención hacia la Cooperativa. ¿Por qué? ¿Quién protege a quién? ¿Cuáles son los intereses en juego detrás del desguace progresivo de la producción tabacalera?

La próxima reunión del 4 de abril en Jujuy será determinante. Pero el daño ya está hecho: el mensaje que la Cooperativa transmitió a la industria es que no le tiembla el pulso para ir contra sus propios productores. Y eso, en cualquier sistema institucional sano, debería tener consecuencias.

Desde aquí, interpelamos a la Cooperativa de Tabacaleros de Jujuy: ¿están dispuestos a corregir su posición y alinearse con sus pares de Salta, con las cámaras del tabaco que sí están defendiendo la sustentabilidad del sector? ¿O seguirán siendo la puerta de entrada a una concentración productiva que dejará a miles de jujeños fuera del mapa?

La actividad tabacalera no puede sostenerse si quienes deben protegerla se convierten en su principal amenaza.