Mientras el gobierno de Jujuy exhibe el superávit fiscal y el “boom minero” como trofeo de gestión, miles de jóvenes jujeños hacen fila para embarcarse rumbo a San Juan, Santa Cruz o Tierra del Fuego. La minería, que podría ser un muro de contención social en una provincia pobre, se está convirtiendo en una autopista de emigración. Superávit con maletas es, en términos éticos, un fracaso.