Talleres de Perico y La Quiaca: cuando el fútbol deja de ser excusa y se convierte en política de Estado

Talleres de Perico y La Quiaca: cuando el fútbol deja de ser excusa y se convierte en política de Estado

En el Norte profundo, donde casi siempre llegan tarde las grandes decisiones, La Quiaca y Talleres de Perico acaban de firmar algo más que un convenio deportivo: sellaron una apuesta estratégica por el futuro de los chicos de la Puna. El acuerdo entre el Centro de Alto Rendimiento (CEAR) de la Municipalidad de La Quiaca y el Club Atlético Talleres, rubricado por el intendente Dante Velázquez, el presidente CPN José Luis Benedetto a instancia del ing. Edgardo Jesús Sosa, marca un punto de inflexión: por fin la infraestructura pública y el capital deportivo empiezan a jugar en el mismo equipo.

Durante años, las ciudades del interior vieron pasar “visitas ilustres” que sólo dejaban fotos para la tribuna y promesas de ocasión. Esta vez hubo papeles, firma y contenido: capacitación, integración deportiva, apertura de las instalaciones del CEAR para pruebas de jugadores, encuentros formativos y la posibilidad concreta de que jóvenes de La Quiaca y toda la Puna tengan una vidriera real hacia el fútbol profesional. No se trata de vender sueños vacíos; se trata de construir un puente institucional que antes no existía.

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Velázquez entendió algo clave: un municipio que invierte en un centro de alto rendimiento no puede limitarse a cortar cintas. Si el CEAR no se llena de proyectos, convenios y calendarios, se convierte en un monumento caro al cemento. El convenio con Talleres va en sentido contrario: pone a trabajar la infraestructura, la conecta con un club que compite en torneos federales y la vuelve plataforma de oportunidades para chicos que, de otro modo, jamás serían vistos por el fútbol grande.

Del lado de Talleres, la decisión también es política. Benedetto y su comisión directiva leen el mapa regional con inteligencia: ampliar la base territorial del club, reconocer que en La Quiaca hay talento, cultura deportiva e instalaciones de primer nivel, y que articular con el municipio no es un gesto de beneficencia, sino una alianza de doble vía. Talleres gana un semillero y un socio institucional serio; La Quiaca gana una marca deportiva reconocida y una puerta de entrada a competencias de mayor jerarquía.

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Club Atlético Talleres de Perico

El amistoso en el predio del CEAR, con victoria de Talleres por 3 a 0 frente a Racing de Ojo de Agua, fue algo más que un resultado abultado. Fue la demostración en tiempo real de que la Puna puede organizar, recibir y disfrutar eventos de jerarquía, con un campo de juego en condiciones, logística, público y un clima deportivo ejemplar. El marcador quedará en las estadísticas; el mensaje que deja la jornada es que La Quiaca está en condiciones de ser sede habitual de este tipo de encuentros.

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Hay, además, un componente social que no puede minimizarse. Cada chico que entrena en un programa serio, que entra a un gimnasio, que pisa una cancha con objetivos claros y acompañamiento profesional, es un chico menos expuesto a la deserción escolar, al consumo problemático y a la frustración sin salida. Cuando Benedetto afirma que “un chico haciendo deporte es un chico menos en la calle”, no recita un eslogan: describe con precisión la diferencia entre un Estado que mira para otro lado y un Estado que diseña políticas públicas con socios concretos.

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Club Racing de Agua de La Quiaca

Por eso este convenio merece ser defendido y profundizado. No alcanza con la foto de la firma ni con un partido amistoso. Lo que viene ahora es la parte dura: cronogramas de trabajo, captación real de talentos, presencia periódica de cuerpos técnicos en la ciudad, seguimiento de los chicos, articulación con escuelas y clubes locales. Si esa agenda se cumple, La Quiaca no sólo habrá sumado un aliado deportivo: habrá dado un paso firme hacia un modelo de desarrollo que pone al deporte donde siempre debió estar, en el corazón de la política pública.

La altura, el frío y la distancia ya no pueden ser excusas. Con el CEAR como base y Talleres como socio estratégico, La Quiaca empieza a escribir otra página: la de una ciudad que deja de ser “frontera olvidada” y se anima a convertirse en polo deportivo regional. El desafío está planteado. Ahora, como en todo buen partido, habrá que jugarlo con seriedad, constancia y trabajo en equipo.

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