La desindustrialización llega con pasaje directo a Ushuaia
El Gobierno Nacional acaba de lanzar su bomba más destructiva contra el modelo productivo argentino: eliminó los aranceles que protegían a la industria electrónica fueguina desde hace más de 50 años. No hubo análisis de impacto, ni plan de transición, ni debate público. Solo un decreto seco y ciego, al más puro estilo del “mercado o muerte”.
¿La promesa? Bajar los precios.
¿La realidad? Miles de despidos, plantas paradas, inversiones congeladas y una provincia entera al borde del colapso económico.
¿Y los precios? Nadie los garantiza. Ni el ministro Caputo, ni el propio Milei, ni los importadores que ya frotan las manos sabiendo que no hay obligación de trasladar el beneficio al consumidor.
El “efecto Milei” ya muestra sus consecuencias
- Más de 8.000 empleos directos en riesgo.
- El 60% de la economía de Río Grande y Ushuaia comprometida.
- Cooperativas tecnológicas al borde del cierre.
- La UOM paralizando la provincia con paros masivos.
- Una región entera caminando hacia la marginalidad.
Tierra del Fuego no está subsidiada por capricho. Está protegida por razones geopolíticas, estratégicas y sociales. Es el último bastión de soberanía en el sur argentino, una economía insular donde el Estado tiene el deber de equilibrar lo que el mercado, por sí solo, nunca hará: generar empleo en la periferia.
El gran engaño: no hay garantía de que los precios bajen
Quitar los aranceles, como hizo el gobierno libertario, no garantiza ninguna baja en los precios al consumidor. Porque en Argentina:
- Los importadores forman precios con lógica especulativa.
- El mercado está hiperconcentrado (Mercado Libre, cadenas retail).
- El tipo de cambio se mueve con volatilidad.
¿Quién va a controlar que un celular importado baje su valor un 30% como dicen? Nadie. Ni la Secretaría de Comercio (reducida a cenizas), ni Defensa del Consumidor, ni la competencia. Esto no es eficiencia: es una transferencia brutal de recursos del Estado y los trabajadores a las grandes corporaciones.
Ni liberalismo ni libertarismo: es barbarie económica
El relato del “libre mercado” es apenas un disfraz elegante para una decisión brutal: destruir la industria nacional y entregar el mercado interno a manos extranjeras. Lo de Tierra del Fuego no es una corrección, es una masacre planificada. Un ajuste selectivo que pega donde más duele: el empleo industrial.
El presidente Milei no está promoviendo competencia: está abriendo las compuertas a una invasión comercial sin reglas, sin paracaídas y sin plan de desarrollo.
¿Dónde está el Plan B?
Si el Gobierno decide eliminar la protección industrial, entonces tiene la obligación moral, social y política de presentar un plan nacional de desarrollo productivo. Y no lo hay.
No hay incentivos a la tecnificación.
No hay líneas de crédito para reconversión.
No hay infraestructura para nuevos polos.
No hay capacitación.
No hay federalismo.
No hay nada.
Es el “sálvese quien pueda” más cruel de los últimos 30 años.
¿Qué debería hacer el Gobierno?
Si realmente pretende “promover competencia”, debe acompañar esta quita de aranceles con:
- Un fondo de reconversión industrial para Tierra del Fuego.
- Inversiones en innovación tecnológica y cadenas de valor.
- Protección a las PYMES electrónicas nacionales.
- Créditos subsidiados y condonación de cargas por cinco años.
- Políticas de sustitución inteligente, no apertura indiscriminada.
- Un “plan canje” para reactivar el consumo y la producción.
Y sobre todo: una mesa federal con trabajadores, empresarios, municipios y provincias. Porque si no hay voz territorial, esto no es democracia: es colonialismo interno.
Conclusión: un Estado ausente no es libertad, es claudicación
Lo que está en juego no es solo el futuro de Tierra del Fuego. Es el modelo productivo de toda la Argentina. Si se destruye el único polo industrial electrónico, ¿qué queda? ¿Vender limones, exportar litio crudo y rezar?
Este gobierno no está construyendo la Argentina del futuro. Está dinamitando lo poco que queda del pasado.
Y lo peor es que ni siquiera finge tener un plan de reconstrucción.