Tras el veto de Milei, se abre el abismo: ¿Las fuerzas del centro sellarán su destino el miércoles?

Tras el veto de Milei, se abre el abismo: ¿Las fuerzas del centro sellarán su destino el miércoles?

El Congreso argentino se prepara para una votación terminal. Tras el veto presidencial a la Ley de Movilidad Jubilatoria, que buscaba mejorar haberes mínimos, el miércoles se abre un campo de batalla que excede a los jubilados: está en juego la gobernabilidad real del país. La pregunta es volcánica y urgente: ¿las fuerzas del centro cederán a la presión libertaria o se atreverán a construir una mayoría de dos tercios para rechazar el veto? ¿Habrá una insurrección federal o seguirán bailando al borde del abismo?

El núcleo del Congreso se convierte en epicentro

Hasta ahora, el bloque de gobernadores «dialoguistas», aquellos que se mostraron funcionales a Milei en la Ley Bases, podrían tener la llave del desenlace. Provincias como Mendoza, Entre Ríos y Chaco —nombradas explícitamente por el presidente como sus “aliados territoriales”— hoy enfrentan una disyuntiva peligrosa: acompañar un modelo que los expone en lo social, o jugarse a ser parte de un nuevo eje institucional. Las bases sociales, el enojo jubilado, los gremios provinciales y las economías regionales exprimidas por la recesión, presionan desde abajo.

Milei transformó el veto en una provocación. No sólo anuló una ley votada por amplia mayoría, sino que redobló la apuesta: se jactó de sus alianzas subnacionales, exhibió los pactos con Cornejo en Mendoza, Frigerio en Entre Ríos y Zdero en el Chaco, y marcó la cancha con una lógica extorsiva. Los interbloques federales ahora deben decidir si son cómplices de un experimento ultra que dinamita la representación, o si se plantan frente al ajuste.

La escena es terminal: o Congreso o cementerio democrático

“Una cosa es acompañarlo hasta la puerta del cementerio, otra es enterrarse con él”, lanzó esta semana un diputado radical que ya anticipa su abstención como síntoma de ruptura. El miércoles, la votación sobre el veto no solo será un acto legislativo: será un test moral, político y existencial. ¿Podrán los diputados y senadores que se deben a sus pueblos votar en contra del Garrahan, del CONICET, de las universidades públicas? ¿Podrán bancarse otra vez levantar la mano y hundir a los sectores vulnerables?

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Las señales son mixtas, pero crece un rumor de rebelión. Córdoba duda, San Juan se endurece, La Pampa se mueve, y hasta diputados alineados con Rogelio Frigerio deslizan que no aceptarán más “acatamientos en silencio” frente a la brutalidad fiscal de Milei. El miedo al voto en octubre empieza a pesar más que el chantaje libertario. La rebelión por debajo avanza como una marea: jubilados, científicos, rectores, sindicatos y pymes alimentan una presión que ya se siente en las bancas.

La pregunta de los dos tercios

¿Se alcanzarán los dos tercios para rechazar el veto? Es matemáticamente posible y políticamente vital. Las fuerzas del peronismo, la izquierda y los bloques progresistas están alineados. La clave está en los indecisos del “centro republicano”. Si ocho o diez votos cambian de lado, Milei enfrentará su primera derrota institucional de peso. Y el Congreso, tan denostado por el oficialismo, demostraría que aún puede ser freno y contrapeso.

Pero el cálculo es más complejo. Los operadores del Ejecutivo trabajan día y noche prometiendo obras, cargos o represalias. Hay amenazas veladas y pactos implícitos. No será una votación limpia: será una guerra parlamentaria. Y en esa guerra, cada voto contará como un mojón en la historia.

¿Y si las provincias se sueltan?

Si la rebelión avanza, no será solo del Congreso, sino de las provincias. La unidad federal —aquella que el Pacto de Mayo pretendía capturar con banderas y selfies— puede reactivarse como boomerang. Mendoza podría dar la sorpresa. Entre Ríos está al límite. Chaco, tierra en crisis social, podría fracturarse. La Patagonia observa de cerca. Y en el NOA, el desgaste es total: Jujuy, Salta y Tucumán ya no toleran la motosierra.

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¿Qué se juega realmente?

Se juega el final de la gobernabilidad por decreto. Se juega la posibilidad de construir un poder parlamentario real, que ponga un freno institucional al delirio libertario. Se juega la dignidad de las bancas frente a un modelo que sólo ofrece represión, deuda y pobreza. El veto a los jubilados es la chispa, pero el incendio abarca a todo el sistema.

El miércoles, las cámaras no solo votarán una ley. Votarán si hay o no futuro democrático.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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