Tras la debacle libertaria en Santa Fe, ¿Bullrich respaldará a la colectora oficialista de Isolda Calsina en Jujuy?

Tras la debacle libertaria en Santa Fe, ¿Bullrich respaldará a la colectora oficialista de Isolda Calsina en Jujuy?

La reciente elección en la ciudad de Santa Fe capital dejó una advertencia que retumba con fuerza en todo el país: La Libertad Avanza (LLA) sufrió un duro revés, quedando en un incómodo tercer lugar, muy por debajo de las expectativas creadas tras la explosión electoral de 2023. En una ciudad clave, donde el oficialismo libertario aspiraba a mantener el envión, solo dos candidatos se impusieron. ¿El detalle? Ambos eran apadrinados por Patricia Bullrich, lo que no solo encendió luces amarillas dentro de LLA, sino que agitó las internas y alimentó especulaciones sobre los verdaderos alineamientos de poder.

Este escenario cobra especial relevancia de cara a las elecciones municipales del 11 de mayo en Jujuy, donde la arquitectura electoral parece calcada del desorden santafesino. Allí, Patricia Bullrich aparece como aliada del oficialismo provincial a través del partido LyDER, liderado por Isolda Calsina, exministra de Educación y figura pragmática que ha sabido tejer puentes con todas las administraciones jujeñas y nacionales. La incógnita ya no es solo política, sino estratégica: ¿respaldará Bullrich a la colectora oficialista encabezada por Calsina en Jujuy? Hasta ahora, todo indica que sí, ya que la comunicación con Calsina es fluida. Pero el interrogante de fondo es otro: ¿le servirá este respaldo a LyDER para capitalizar el momento o quedará atrapado en una lógica de desgaste y contradicción?

En Jujuy, La Libertad Avanza enfrenta su propio vía crucis organizativo. Lo que fue furor nacional en 2023, hoy se deshilacha entre denuncias de «armados truchos», renuncias masivas de referentes de base y candidaturas impuestas desde Buenos Aires por Karina Milei y el entorno del senador Ezequiel Atauche. Lejos de un armado genuino, con militancia propia y arraigo territorial, la versión jujeña de LLA luce como un decorado artificial, sostenido apenas por una marca que empieza a perder brillo. Decenas de postulantes fueron apretados por las propias bases libertarias, que los acusan de no pertenecer al movimiento ni representar sus valores. El desencanto y la fractura son ya inocultables.

Este contexto abre un dilema complejo: si LLA sigue cayendo en las encuestas y se vuelve un proyecto sin proyección real en los territorios, ¿apostará Patricia Bullrich sus fichas en figuras como Calsina, que operan dentro del engranaje oficialista pero con autonomía discursiva? ¿O redoblará la apuesta nacional intentando armar desde cero una alternativa puramente bullrichista? Porque lo de Santa Fe no fue un caso aislado: fue una señal de que la derecha liberal no tiene base propia sólida, y que el poder de la marca Milei no garantiza triunfos sin estructura ni conducción política real.

La historia reciente muestra que Calsina es hábil para adaptarse a todos los climas políticos. Se mantuvo firme en los gobiernos de Morales, ocupó lugares centrales y construyó un perfil técnico, pero ahora apuesta al protagonismo político, con un equipo en parte rejuvenecido y con fuerte inserción en zonas claves como Perico y San Salvador. Pero el juego en esta elección no será solo municipal. Lo que está en juego es la proyección de los liderazgos alternativos, el equilibrio de fuerzas en la provincia y, sobre todo, la medición real del efecto Milei en una tierra donde la UCR sigue siendo dominante pero con fisuras.

Si la campaña libertaria no logra levantar vuelo en Jujuy y se confirma el fracaso de las listas armadas desde Buenos Aires, el eclipse electoral libertario tendrá responsables concretos: Karina Milei y el operador político de Atauche, quienes hasta ahora no demostraron capacidad para sostener la mística que los llevó al poder. En ese vacío, Bullrich puede encontrar un margen para reposicionar sus fichas, con referentes propios, de experiencia y capacidad, incluso aunque eso implique convivir con estructuras como la de Calsina, aliada al oficialismo pero con vuelo propio.

La cuenta regresiva hacia el 11 de mayo está en marcha. Y las fichas se están reordenando en silencio. Los resultados de Santa Fe podrían ser apenas el prólogo de un nuevo mapa político nacional. Uno donde la ultraderecha fragmentada, el radicalismo reciclado y el peronismo aún desorientado buscarán reinventarse. Y donde el verdadero desafío será reconstruir confianza, más allá de las marcas y de los egos.

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