Mientras los mercados titubean y los presidentes eligen hablar por mensaje en lugar de presencia, una guerra silenciosa pero tectónica se desata en el corazón del sistema financiero global: el oro vuelve a ser rey, los BRICS desafían la hegemonía del dólar y Trump retrocede, pero no cede. Todo esto mientras en Europa, Von der Leyen se tambalea al borde de una moción de censura que, aunque no prospere, revela las grietas internas del viejo orden atlántico.
La retirada táctica de Trump: ¿moderación o repliegue estratégico?
Que Donald Trump anunciara un arancel del 10% en vez del 100% a los países BRICS no es un gesto de cordialidad sino un acto de contención táctica. En su lógica, el “America First” siempre fue un garrote que premiaba a los sumisos y aplastaba a los desobedientes. Pero el escenario ha cambiado: el bloque BRICS ampliado ya no es un puñado de economías emergentes, sino una coalición que representa el 40% del PIB global y el 46% de la población mundial. Enfrentarlos frontalmente, sin aliados sólidos en Europa y con una economía aún expuesta, sería como dispararse en el pie con un misil.
La rebaja del arancel es un síntoma de debilidad relativa, un reconocimiento implícito de que el eje del poder económico mundial se ha desplazado hacia el sur global y hacia el Este. Pero Trump no se rinde: apuesta a ganar tiempo, a dividir a los BRICS y a presionar por vías diplomáticas y tecnológicas lo que no puede contener con tarifas.
BRICS y la cruzada dorada: el oro contra el dólar
En Brasil, 11 países miembros del bloque BRICS iniciaron una cumbre que, sin Putin ni Xi presentes físicamente, acentúa su carácter postoccidental y multipolar. El mensaje grabado del presidente ruso fue claro: “el mundo se dirige hacia la desdolarización”. Pero esta vez no se trata de retórica. Hay hechos.
La propuesta de una moneda común respaldada en oro avanza con fuerza y ha dejado de ser un delirio antiglobalista para convertirse en una amenaza real al orden monetario de Bretton Woods. China ya compró en los últimos dos años más de diez minas estratégicas en África y América Latina por encima de los 100 millones de dólares cada una, no solo de oro, sino también de litio, cobalto y tierras raras. Pekín no apuesta: asegura recursos como quien traza trincheras en plena guerra de posiciones.
El objetivo es triple:
- Blindar su cadena industrial ante sanciones o bloqueos.
- Dotar de respaldo físico a sus activos financieros.
- Fundar una arquitectura monetaria alternativa que libere a los países del Sur Global de la extorsión del dólar, las tasas de la FED y el chantaje del FMI.
Esto no es solo economía: es geopolítica de guerra blanda.
Europa al borde del abismo: Von der Leyen, jaqueada por dentro
Mientras tanto, en Bruselas se cocina otro terremoto. Este 5 de julio comienza el debate de una moción de censura contra Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Aunque nadie espera que caiga, el debate será histórico: una radiografía de la crisis de legitimidad que atraviesa a la Unión Europea.
La alianza transatlántica ya no entusiasma. La sumisión ciega a Washington, la complicidad con los lobbies farmacéuticos y energéticos, el desgaste moral de la guerra en Ucrania y la fractura interna por la inmigración y el pacto verde, han erosionado el capital político de Von der Leyen. Hoy resiste por la estructura, no por la confianza.
El Parlamento Europeo vive una tensión sin precedentes. Aunque no se apriete el gatillo institucional, queda en evidencia que el corazón del proyecto europeo está cruzado por sospechas, hartazgos y divisiones insalvables. Y esto sucede mientras los BRICS avanzan con pragmatismo y mientras Trump les quita peso a sus aliados históricos.
El nuevo mapa: entre la fiebre del oro y la caída del dólar
Lo que está en juego ya no es una guerra comercial, sino la arquitectura financiera global misma. Si los BRICS logran consolidar una moneda común respaldada en oro, el sistema de privilegios sobre el que se edificó el poder estadounidense comenzará a resquebrajarse. El dólar, sin poder militar detrás, es apenas papel; el oro, en cambio, es materia, historia y valor tangible.
Trump lo sabe. Putin también. Y mientras Xi Jinping acumula reservas estratégicas y despliega la Franja y la Ruta, Europa se debate entre su pasado imperial y un futuro incierto.
La batalla ya no es por los aranceles. Es una pelea por el alma del sistema mundial:
¿seguirá gobernado por Wall Street, la OTAN y Davos?
¿O nacerá un nuevo orden desde Shanghai, Johannesburgo, Brasilia y Delhi?
El siglo XXI, ahora sí, comienza a latir con su propio pulso.