“Trump ya lo sabe: Ucrania se desmorona y Rusia reconfigura el tablero mundial”

“Trump ya lo sabe: Ucrania se desmorona y Rusia reconfigura el tablero mundial”


Análisis geopolítico del inminente colapso ucraniano y la descomposición de la arquitectura atlántica. El horizonte estratégico de una victoria rusa

Rusia está a las puertas de consolidar una victoria táctica y simbólica en Ucrania. No se trata de la captura inmediata de Kiev ni de una ocupación total del territorio, sino del quiebre estructural de la resistencia ucraniana y, con ella, del proyecto occidental de contención a Moscú. Las declaraciones del historiador José Miguel Villarroya no son exageradas: confirman lo que buena parte del establishment estadounidense, incluido Donald Trump, ya asume en privado. El frente se desmorona y la era de las alianzas idealizadas ha terminado.

Ucrania ha sostenido una guerra asimétrica gracias a tres factores: financiamiento occidental, inteligencia militar avanzada y soporte simbólico mediático. Hoy, los tres pilares están fisurados. Europa ya no puede sostener indefinidamente los costos energéticos y financieros del conflicto. Estados Unidos, bajo una nueva administración potencialmente trumpista, se prepara para cerrar la canilla. Y la opinión pública internacional, cansada y distraída, se aleja de la causa ucraniana.


Trump, Putin y el ocaso del orden atlántico

La reciente llamada entre Vladimir Putin y Donald Trump ha sido leída como un presagio: la conversación no oficial entre los dos grandes titiriteros del tablero indica que un rediseño está en marcha. Trump entiende que si Ucrania cae, lo hará con estrépito. Pero también sabe que eso podría abrirle una ventana diplomática para presentarse como el artífice de la “paz por la fuerza” y reposicionar a EE. UU. como mediador imprescindible. Su promesa electoral de frenar las “guerras eternas” se alinea con el nuevo pragmatismo del aislacionismo norteamericano.

Mientras tanto, Europa queda desplazada a un rol menor. Las sanciones económicas, diseñadas para quebrar el régimen de Putin, han tenido un efecto bumerán: inflación, pérdida de competitividad industrial y malestar social en las economías del Viejo Continente. Moscú, lejos de tambalear, ha redireccionado su comercio hacia Asia, África y América Latina. El gas, la agricultura y los minerales estratégicos rusos siguen fluyendo. La geoeconomía está cambiando de eje.


Colapso y transición: el futuro de Ucrania

Lo que Villarroya anticipa con crudeza es un escenario realista: sin apoyo militar e inteligencia estadounidense, el ejército ucraniano no resistirá mucho más. No se trata solo de balas y misiles, sino de satélites, drones, logística y coordinación. Washington sabe que el tiempo juega a favor de Rusia. De hecho, todo indica que las posiciones rusas en el Donbás y el corredor hacia Crimea ya están en proceso de consolidación irreversible.

¿Qué vendrá después? Muy probablemente, un rediseño geopolítico bajo la fórmula de la «negociación de los vencedores»: EE. UU. y Rusia discutiendo condiciones con Ucrania como convidado de piedra. Un eventual acuerdo —concesiones territoriales a cambio de garantías de no ingreso a la OTAN, por ejemplo— implicará la institucionalización del nuevo mapa de poder. Moscú dominará los recursos clave del este ucraniano y con ellos buena parte de las rutas logísticas y agrícolas euroasiáticas.


Europa: la gran perdedora

El Viejo Continente enfrenta una encrucijada: sin voz en la resolución del conflicto, sin autonomía estratégica y con una dependencia energética aún latente, su papel en el escenario internacional se achica. Berlín y París quedaron atrapados en una estrategia de sanciones ineficaces y sin retorno. El liderazgo europeo, subordinado y fragmentado, ha perdido toda capacidad de iniciativa.

Y lo más preocupante es que no se vislumbra un plan B. Si Estados Unidos retoma relaciones comerciales con Rusia —como sugiere Villarroya— el tablero europeo se verá doblemente golpeado: sin Ucrania como buffer y sin la exclusividad comercial que justificó, hasta ahora, su sacrificio. Europa habrá perdido influencia sin obtener seguridad.


Un mundo multipolar con Moscú en el centro

La victoria parcial de Rusia en Ucrania no es solo un triunfo militar. Es la confirmación de que el orden mundial posterior a 1991 ha terminado. La OTAN ya no es garante automático de soberanía, y Estados Unidos ha vuelto a priorizar sus intereses internos sobre sus compromisos globales. La multipolaridad se impone no como una tesis académica sino como una realidad práctica.

Putin lo sabe. Trump también. Y Europa lo empieza a sospechar, mientras observa impotente cómo los tanques rusos no solo avanzan sobre el terreno, sino también sobre las certezas ideológicas del siglo XXI.

¿Qué es lo que más te preocupa hoy en Jujuy?

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *