¿Hay una crisis policial por la cantidad de suicidios?

 ¿Hay una crisis policial por la cantidad de suicidios?

Durante el fin de semana, la cabo Jimena Calizaya se quitó la vida de un disparo en la cabeza con su arma reglamentaria, y con este nuevo episodio llegamos al alarmante record de cuatro suicidios de efectivos policiales en un mes.

Familiares y amigos de policías, muy preocupados, expresaron en diversos medios un lado de la historia que, lógicamente, el gobierno desmiente o desestima.

Según los familiares y amigos de efectivos de las fuerzas de seguridad, existe un profundo malestar por las condiciones de trabajo que deben tolerar los uniformados.  Horas de trabajo recargadas, retraso de más de dos meses en el pago de servicios adicionales, además de la consabida presión que significa ser responsable por la seguridad de las personas, están entre las principales críticas e inquietudes expresadas.

Claro que para el Gobierno, se trata solo de crisis personales u se minimiza la evidente crisis al asegurar que estadísticamente siempre se producen este tipo de incidentes en las fuerzas.

En el más alto nivel se reconoce que hay situaciones que se van adicionando, como los temas personales, el estress, la presión laboral, y que hay muchas personas que no están aptas para este tipo de exigencia.

Se aduce además que el personal policial heredado tiene una concepción alarmante, muchos ingresaron a la Policía como una salida laboral más que por vocación.

Por supuesto que, desde el Gobierno, se están tomando medidas tendientes a enfrentar una crisis que cuesta, o no se quiere, reconocer –al menos públicamente-.

El coronel Guillermo Siri dijo la semana pasada a los medios de prensa que se está tratando de despertar la vocación en los jóvenes que ingresan al Instituto de Seguridad Pública, pero lo cierto es que ante la escases laboral muchos seguirán viendo al ingreso a las fuerzas de seguridad como un atractivo recoveco de seguridad financiera que ofrece un trabajo estable, obra social, y un salario medianamente decente.

El mismo funcionario aseguró que hay un protocolo estricto que se sigue a la hora de considerar a los aspirantes y que todos pasan por un examen psicofísico donde tiene mucho mayor peso el examen psíquico de las personas para portar armas.

El tema es que esos exámenes no deberían ser algo de una vez en la vida, o incluso esporádico.  El examen psicofísico de los efectivos de las fuerzas de seguridad debería ser más bien periódico.

Periódica también debe ser la asistencia psicológica para quienes  ejercen este importante rol en nuestra sociedad.  En otros países, la presión de uniformados retirados, y también de familiares y amigos, llevaron a las autoridades a ver esta problemática con otra óptica:  el suicidio policial debe ser prevenido mediante una intensiva asistencia psicológica.

La solución de un problema comienza por reconocerlo.  El número de suicidios de efectivos de las fuerzas de seguridad en nuestra provincia debería disparar alarmas y llamar manos a la obra.  Esconder bajo la alfombra o escudarse detrás de frías estadísticas que no contemplan lo humano es evadirse del problema.

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