En Vinalito (Jujuy), a 24 horas de la elección legislativa, una imagen lo dijo todo: una camioneta ploteada de Jujuy Crece–Provincias Unidas repartiendo bolsones de mercadería. No fue un episodio aislado: vecinos relatan que la distribución incluso durante la jornada electoral. La postal es tan cruda como el mensaje que intenta imponer: sustituir derechos por dádivas.
El hecho revela el valor instrumental que el oficialismo otorga al sufragio: no como un contrato ciudadano, sino como una transacción condicionada. Es la humillación de la pobreza convertida en táctica, un mecanismo atávico que reduce la política a logística de bolsones, cuando la sociedad demanda empleo, ingreso y dignidad.

Si algo quedó claro en las urnas es que la ciudadanía no convalidó esa lógica. En varias ciudades, como en la capital y en buena parte de la provincia, los resultados fueron lapidarios para el oficialismo: la gente votó cambio. El clientelismo, lejos de fidelizar votos, profundizó el rechazo. El “voto de la bolsa” se topó con una realidad inapelable: 9 de cada 10 hogares endeudados no quieren migajas, quieren futuro.
Lo sucedido en Vinalito, además, socava la calidad democrática. La entrega de mercadería ligada a estructuras partidarias hasta un día despues porque les sobró—y, según testimonios, durante el acto comicial—rompe cualquier frontera ética. No importa cuántas fotos sonrientes intenten maquillar la escena: es una falta de respeto a la libertad del elector y una degradación del rol estatal.
Queda una pregunta incómoda: ¿con qué altura moral jurará su banca la única diputada electa de Jujuy Crece? Representar a los jujeños exige autonomía, carácter y ejemplo. Callar ante estas prácticas o relativizarlas la dejaría sin autoridad cívica para hablar de transparencia, desarrollo o equidad.
En pleno siglo XXI, cuando la provincia necesita tecnificación agroindustrial, valor agregado, empleo joven y reglas claras, Jujuy Crece insiste en rituales del siglo XIX. Es la evidencia de un ciclo agotado: aparato sin narrativa, recursos sin proyecto, poder sin legitimidad social.
Conclusión operativa: lo que Vinalito expuso con brutal franqueza es el fin de una forma de hacer política. No alcanza con repartir; hay que producir, invertir y rendir cuentas. Jujuy ya eligió: el clientelismo perdió la batalla cultural. Jujuy Crece está acabado en Jujuy si no cambia de raíz.
