Perico Noticias | Análisis político-económico de alto impacto
Argentina amaneció en otra etapa: Javier Milei anunció oficialmente la eliminación total del cepo cambiario. Según el propio presidente, la medida no es un salto al vacío, sino el resultado de lo que considera un “saneamiento macroeconómico sin precedentes”. Con tono triunfal, Milei detalló que esta decisión fue posible gracias a la consolidación de tres pilares fundamentales: orden fiscal, orden monetario y orden cambiario.
“La economía ya está robusta. El lunes no debería haber remarcaciones”, sentenció el presidente desde Casa Rosada, buscando llevar tranquilidad a millones de argentinos golpeados por la reciente devaluación y el rebrote inflacionario. Para Milei, el nuevo régimen de flotación del dólar dentro de bandas no es una liberalización caótica, sino la instalación de un “sistema cambiario acorazado”, capaz de absorber tensiones sin trasladarlas al nivel de precios.
Fin del cepo: ¿salida estructural o acto de fe?
Con esta medida, el Gobierno apunta a cerrar una etapa de administración férrea del tipo de cambio, vigente desde 2019. El argumento oficial es claro: sin distorsiones cambiarias, los capitales internacionales volverán a mirar a la Argentina. “Hemos creado la zanahoria perfecta”, afirmó Milei, en alusión a la posibilidad de que las empresas puedan ahora girar utilidades libremente a sus casas matrices.
Pero detrás del anuncio, inevitablemente surgen preguntas:
¿Es esta eliminación del cepo parte de una arquitectura económica estructurada o una apuesta de alto riesgo sostenida por voluntarismo ideológico?
¿Se terminó realmente el atraso cambiario o será cuestión de semanas para que las bandas sean perforadas por el mercado, como ocurrió en el pasado?
Milei promete: no habrá remarcaciones
Uno de los puntos más impactantes del mensaje presidencial fue su afirmación de que la nueva fase económica, ya con el cepo eliminado, no debería generar aumentos de precios adicionales. “La inflación será pulverizada”, afirmó sin matices. El presidente basa su optimismo en el supuesto anclaje nominal conseguido por la combinación de superávit fiscal y restricciones monetarias. Pero los datos duros contradicen ese entusiasmo: la inflación de marzo fue del 3,7%, y abril ya muestra signos de aceleración.
¿Puede el nuevo sistema contener la fuga de precios? ¿Se alinearán los empresarios con la narrativa del Gobierno o reaccionarán con remarcaciones preventivas, como es habitual en contextos de volatilidad cambiaria?
Atracción de inversiones: ¿nuevo horizonte o espejismo?
El Gobierno sostiene que la libre disponibilidad de divisas será un imán para inversiones extranjeras. Pero para que eso ocurra, la Argentina deberá ofrecer algo más que libertad cambiaria: estabilidad jurídica, reglas claras, tasas sostenibles y una inflación en retroceso. Por ahora, la economía sigue navegando en aguas agitadas, con reservas frágiles, incertidumbre en los mercados y una demanda de dólares que puede volver a tensionar el sistema en cualquier momento.
Conclusión: ¿estamos frente a una bisagra histórica?
La decisión de Milei no es menor. Es, quizás, la más ambiciosa desde su asunción. El fin del cepo marca el cierre de una etapa de controles y restricciones que limitaban el movimiento de capitales y generaban un mercado paralelo omnipresente. Si el nuevo esquema funciona —si se sostienen las bandas, si no se dispara la inflación, si llegan inversiones reales—, el presidente podrá decir que rompió un nudo histórico.
Pero si las variables macro no se alinean, si el mercado perfora las bandas, si los precios se disparan nuevamente, entonces el sueño de la libertad económica podría transformarse en pesadilla inflacionaria. Todo dependerá de si el “acorazado sistema cambiario” que promete Milei resiste los torpedos de la realidad.