Cuando la política legisla contra el sentido común de la mayoría
En un país al borde del colapso económico, donde cada peso estatal debería ser sagrado, la Cámara de Diputados acaba de avanzar con un nuevo concurso público para crear la Defensoría Nacional de la Niñez, un organismo que, aunque noble en su intención, nace en el peor momento posible: cuando la Argentina se encuentra en plena demolición de su Estado elefantiásico.
La decisión no solo desafía la lógica fiscal. Contradice de frente la voluntad de las mayorías que hoy, según muestran los datos de Opina Argentina, respaldan con firmeza el proyecto de achicamiento del Estado encabezado por Javier Milei. Con una imagen positiva del 47% —cifra idéntica a la de Victoria Villarruel— el Presidente conserva un núcleo duro que no quiere más cargos, más organismos, más tecnócratas ni más empleados de planta. Lo que quiere es soluciones reales y austeridad revolucionaria.
La ceguera institucional del Congreso: cuando la política legisla sola
No se trata de desconocer la situación dramática de la niñez en Argentina. Es evidente que los niños y adolescentes necesitan protección, seguimiento, atención y políticas públicas. Pero lo que está en juego aquí no es la necesidad, sino la respuesta que se elige en un momento donde no hay margen.
¿Acaso no existen ya organismos dedicados a esta temática? ¿Dónde quedó el rol de las escuelas, los ministerios provinciales, los equipos interdisciplinarios municipales, los juzgados de familia, las áreas de salud mental, las defensorías de menores ya existentes? ¿Por qué crear más estructura cuando lo que falta es eficiencia?
En plena caída de ingresos, con provincias desfinanciadas y jubilaciones congeladas, decidir un nuevo gasto fijo en planta, oficinas, sueldos jerárquicos y licitaciones es una bofetada al ciudadano que hace malabares para comprar una docena de huevos. Los diputados están legislando en otra frecuencia, gobernados por la pulsión de “crear algo” para justificar su rol, aunque eso implique sumar ladrillos a un Estado que ya está en ruinas.
El contraste con la imagen presidencial: Milei y Villarruel, aún fuertes
Mientras tanto, la sociedad sigue firme en su respaldo al proyecto libertario. El 47% de imagen positiva de Milei —con 29% “muy positiva”— y el mismo número para Villarruel muestra que el relato del ajuste, del recorte, del gasto cero y del “basta de parásitos estatales” sigue teniendo potencia.
Incluso dirigentes como Patricia Bullrich (46%) y Carolina Píparo (46%) se mantienen competitivas dentro de ese mismo imaginario de orden, castigo, reducción y redefinición del rol del Estado. El único que cae, y con razón, es Horacio Rodríguez Larreta, que muestra un 42% de imagen positiva y un 54% de imagen negativa, pagando el precio de su indefinición política y su histórica convivencia con los sectores que ahora siguen creando cargos como si nada.
El populismo institucional de los que no aprenden nunca
Avanzar con la Defensoría Nacional de la Niñez en este momento es repetir los errores de siempre: confundir sensibilidad social con populismo institucional. Hay cientos de formas de atender la problemática infantil: descentralizar tareas en los municipios, fortalecer los equipos escolares, reubicar personal existente, articular con ONGs, usar tecnología y plataformas ya disponibles.
Pero no: la política tradicional solo entiende de cargos, estructuras, y concursos públicos. Porque en el fondo, lo que les importa no es el niño pobre, sino el adulto funcionario. No buscan soluciones, buscan espacios de poder.
Conclusión: una muestra más de que la casta sigue viva y legisla contra el pueblo
Mientras Milei enfrenta una crisis fiscal terminal y el país camina por la cornisa, el Congreso decide crear una defensoría más. El mensaje es claro: les importa más sus concursos que el equilibrio fiscal. La imagen del presidente se mantiene porque interpreta lo que las calles gritan y los políticos ignoran: que no hay plata.
En lugar de ajustar, siguen sumando. En vez de innovar, siguen copiando viejas recetas. Y en lugar de escuchar a la gente, legislan como si el pueblo no existiera.