¿Y si el modelo Milei se cae? El desafío del peronismo frente al abismo neoliberal

¿Y si el modelo Milei se cae? El desafío del peronismo frente al abismo neoliberal

Por Redacción Perico Noticias // La pregunta ya no es si el modelo de Javier Milei es inviable, sino cuándo y cómo va a colapsar. Su único eje rector —bajar la inflación a costa de salarios, empleo y soberanía— ha llegado a un punto de máxima tensión. Mientras tanto, el peronismo, entre el estupor y la reconfiguración, comienza a preguntarse qué hacer cuando el modelo implosione. ¿Tiene capacidad para responder al vacío? ¿O el fracaso de Milei arrastrará a todo el sistema político?

En un país donde el 30% de la fuerza laboral está en situación de desempleo pleno o precario, donde los jóvenes tienen niveles de desocupación propios del 2001 y donde millones comienzan a descreer del sistema democrático como canal de solución, la caída de un gobierno no necesariamente implica la recuperación del anterior. La frase de Cristina Fernández retumba como advertencia: «Dejaron de votar a Milei, pero no nos votan a nosotros.»

La plaza habló, pero… ¿la dirigencia escucha?

La reciente movilización por la proscripción de Cristina, con decenas de miles de personas en la calle, no fue solo un acto de resistencia. Fue un mensaje, una demanda desesperada: «Háganse cargo del quilombo.» Pero si esa energía popular no se organiza en una alternativa real, concreta y deseable, se disipará en frustración y más desafección.

Cristina lo dijo claro: “Esto se cae.” Lo ven también sectores del poder económico, de los medios y hasta del oficialismo libertario. Hay un diagnóstico compartido: el plan Milei no cierra por ningún lado. Lo que queda por ver es si se cae el modelo o si el propio Milei decide recalcular para salvar lo que queda. Pero si algo no tiene este presidente es capacidad de rectificación: va directo al paredón, aferrado a sus dogmas.

¿Y el peronismo?

Frente a esto, el peronismo enfrenta una oportunidad y un dilema existencial. La oportunidad: construir poder político serio, sin liderazgos testimoniales, sin peleas internas televisadas, sin dedazos ineficaces. El dilema: ¿será un frente testimonial, sin músculo, sin calle, sin ideas nuevas? ¿O logrará reconstruirse como una fuerza capaz de frenar la destrucción social en marcha?

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Genoud lo plantea con claridad: “Hay una disposición en la sociedad. Esa gente que marcha dice ‘estoy para lo que viene’, pero también pregunta ‘¿a dónde vamos?’” Y esa pregunta exige más que memoria emotiva: exige una hoja de ruta transformadora.

Milei, el barrilete geopolítico

A nivel internacional, el rumbo es igualmente peligroso. El alineamiento ciego con Trump y Netanyahu, la retirada del BRICS y el club multipolar, la participación simbólica en conflictos ajenos, son señales de una política exterior fanática y entreguista, que no busca el interés nacional sino saciar obsesiones personales. Como advirtió Genoud, la Argentina de Milei flota a la deriva en un mundo cada vez más tenso, donde China, Rusia, Irán y Arabia Saudita construyen un nuevo orden que Milei ha decidido ignorar… o peor, combatir.

Con un Lula que visita a Cristina y organiza una cumbre global de potencias emergentes a la que Argentina no asistirá, el aislamiento es evidente. Milei juega a la Guerra Fría, en un mundo que ya es multipolar.

¿Qué hacer si se cae?

Si el modelo se derrumba, el abismo será más que económico: será político y cultural. Sin un plan que articule justicia social con modernización, soberanía con pragmatismo, lo que viene puede ser peor. La caída del mileísmo puede no ser el retorno del progresismo. Puede ser el avance de la anarquía, del cinismo o del autoritarismo.

Por eso, el peronismo —y toda la oposición democrática— no debe prepararse para “heredar” un país en ruinas, sino para ofrecer desde ya una alternativa sensata, potente y convocante. Eso requiere una nueva épica, nuevos liderazgos y sobre todo la reconstrucción de poder político real, no de listas ni de eslóganes.

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El tiempo es ahora

Porque cuando el modelo se caiga, no habrá tiempo para improvisar. Y si el peronismo no tiene nada que decir ni proponer, el pueblo tampoco tendrá a quién escuchar.


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