Mientras la economía real se achica y los bolsillos de los argentinos se vacían como tanques secos, YPF vuelve a mover el precio de la nafta y el gasoil con una suba del 3,5%, efectiva desde este martes. No solo se consolida el esquema de aumentos graduales que el Gobierno niega, sino que también debutará un sistema de precios diferenciados por franjas horarias, como si la necesidad de movilidad tuviera reloj.
El anuncio no es solo una corrección técnica ni una medida aislada: es una nueva muestra del ajuste permanente que empuja Javier Milei desde la Casa Rosada, con un Estado nacional que se retira del rol regulador y convierte al mercado en la única brújula para fijar precios clave. Desde ahora, cargar combustible de noche será un poco más barato, apenas un 3% menos. Pero la medida enmascara una verdad más cruda: la demanda cayó estrepitosamente por la recesión y los bolsillos flacos, y YPF busca estimular el consumo sin ceder la rentabilidad.
Esta vez, la justificación técnica viene con envoltorio de eficiencia: tarifas variables según el horario. Pero detrás del discurso de modernización, lo que hay es una profundización de la lógica de mercado sin red, donde el que no puede pagar el precio pleno, que espere a que baje el sol. Es decir, ajuste horario, segmentación encubierta y ensayo de tarifas flexibles, que podrían aplicarse luego al transporte, la energía o la salud.
La paradoja es inquietante: mientras el precio del barril Brent a nivel internacional no explota, el precio interno del combustible sigue escalando. Y aunque Milei proclame la motosierra contra el gasto público, la nafta la pagamos todos, más cara, cada mes, para alimentar un modelo que corta el Estado, pero nunca a las empresas. YPF —empresa estatal en participación— ajusta como multinacional: el capital gana, el pueblo resiste.
A esto se suma un hecho no menor: el consumo de combustibles se desplomó un 13% interanual, el peor registro en tres años. Esta caída es otra señal del colapso del poder adquisitivo, del derrumbe de la actividad económica y del modelo recesivo. Las estaciones están vacías porque los bolsillos están secos, no porque el argentino dejó de moverse por elección.
La segmentación horaria es apenas el primer paso. No es una herramienta progresiva ni equitativa. Es la excusa para ir instalando una tarifa flotante, donde el precio final dependerá del momento, la zona y la necesidad. Quien cargue en apuro pagará más, quien espere, quizás un poco menos. Pero todos pagarán más. Porque ese es el verdadero programa del gobierno libertario: desindexar el salario, indexar los precios, pulverizar la demanda y premiar al capital concentrado.
En el norte argentino, donde la movilidad es esencial por las distancias, el clima y la falta de transporte público eficiente, este aumento es un golpe directo. En zonas como Jujuy, las economías regionales, los productores y las familias se verán aún más ahorcadas, mientras el centro del país y el AMBA siguen drenando subsidios históricos que Milei no tocó con la misma fuerza.
La motosierra, otra vez, no corta parejo.
Anticipo (50 palabras):
Desde este martes, YPF aumentará 3,5% los precios de nafta y gasoil e implementará un nuevo esquema con tarifas más baratas durante la noche. Aunque lo presentan como eficiencia horaria, es ajuste puro: más segmentación, menos consumo y precios que reflejan la lógica del mercado, no las necesidades del pueblo.