Zigarán y Pizarro encabezan la lista nacional mientras Jujuy se desangra: ¿Con qué moral pueden hablar de defender al pueblo?

Zigarán y Pizarro encabezan la lista nacional mientras Jujuy se desangra: ¿Con qué moral pueden hablar de defender al pueblo?

La candidatura de María Inés Zigarán y Mario Pizarro bajo el sello de Jujuy Crece es una bofetada a la inteligencia de los jujeños. No pidieron licencia a sus cargos, siguen ocupando sillas de poder y usan recursos públicos mientras hacen campaña. Pretenden “representar” en el Congreso a un pueblo al que, en los hechos, han abandonado, hipotecado y traicionado con decisiones políticas que contradicen sus propios discursos.

Ambos levantan la bandera del “federalismo” en el marco de Provincias Unidas, pero la realidad los condena: Zigarán y Pizarro avalaron leyes que permiten convertir las SE provinciales en sociedades anónimas, abriendo la puerta a la privatización de patrimonio colectivo y a la licuación de deudas monstruosas en una provincia ya en default. Al mismo tiempo, consintieron la caida del “Compre Jujeño”, dejando a proveedores y emprendedores locales fuera de las licitaciones, como ocurrió con el proyecto de biogás. Un plan que se presenta como “modelo para el NOA”, pero que, como denunció la oposición, se sostiene con financiamiento externo millonario mientras Jujuy se endeuda hasta la asfixia para cubrir proyectos que podrían haberse resuelto con recursos locales y creatividad.

El cinismo ambiental alcanza niveles grotescos. Zigarán, ministra de Ambiente, se jacta de la Constitución de 2023 que consagra el derecho a un ambiente sano, pero guarda silencio frente a la instalación de una planta química en el Parque Industrial de Perico. Allí, una empresa extranjera producirá ácido clorhídrico e hidróxido de sodio para el litio, consumiendo volúmenes de agua equivalentes a cientos de millones de litros al año y liberando tóxicos que amenazan con convertir los campos productivos en cementerios ambientales. La ausencia de control ambiental en este proyecto —cuando la Constitución manda recomposición obligatoria y consulta previa — desnuda el verdadero rostro de Zigarán: la funcionaria que predica ecología mientras vende el agua de los jujeños al mejor postor.

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La contradicción es brutal: hablan de futuro sostenible mientras consolidan un modelo extractivista que condena a la provincia al saqueo, la contaminación y la pobreza. Los mismos que dicen “defender a los jujeños” son los que callan ante leyes que marginan al trabajador, al productor y al proveedor local. Los mismos que dicen garantizar transparencia han sido señalados por sectores opositores y sociales por malversación, corrupción y opacidad en las cuentas públicas.

Zigarán y Pizarro no sólo representan la decadencia de un gobierno en default; son el símbolo de una clase política que perdió toda idoneidad moral para hablar de representación. Con sus decisiones, han demostrado que el federalismo es una consigna hueca, el ambientalismo un disfraz, y la democracia, un botín. Jujuy no necesita candidatos que viajen a Buenos Aires para blanquear negocios oscuros; necesita dirigentes que defiendan, con hechos y no con slogans, el agua, el trabajo y la dignidad del pueblo.

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