La reciente votación de Argentina en la Asamblea General de la ONU, en la que se condenó el embargo de Estados Unidos contra Cuba, generó una sorprendente repercusión en la política exterior argentina. La decisión de la canciller Diana Mondino, que votó contra el embargo, derivó en su destitución inmediata por parte del presidente Javier Milei. A pesar de esta medida, el voto permanece registrado y genera interrogantes sobre posibles motivaciones más profundas y una reconfiguración geopolítica que involucra a China, un país que Milei ha criticado, pero también valorado en ocasiones recientes.
Desde el comienzo de su mandato, Milei dejó clara su preferencia por una alineación cercana a Estados Unidos, con una postura firme hacia regímenes que considera totalitarios, como los de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Sin embargo, el voto de Mondino desafía esta línea política, dejando dudas sobre si fue un error estratégico o una decisión calculada. Por un lado, Milei ha criticado la influencia de China en la región, pero su gobierno está en una posición económica que hace complicado romper completamente los lazos con el gigante asiático. Mondino, experta en relaciones internacionales y conocedora de los valores libertarios de Milei, no parece ser la funcionaria que tomaría esta postura por error, lo que abre la posibilidad de que haya un trasfondo no evidente en este episodio.
La destitución de Mondino resalta la sensibilidad de Milei respecto a su política exterior y plantea interrogantes sobre su relación con China, a quien ha calificado de “comunista” en el pasado, pero de cuya economía y financiamiento no puede desvincularse fácilmente. ¿Será este un intento de equilibrar las relaciones con Beijing mientras Argentina mantiene lazos con Occidente? La situación es incierta, pero subraya la complejidad de la posición argentina en el tablero global y las tensiones entre pragmatismo económico y ideología política.