«Tasas de interés en Argentina: el ancla que hunde el desarrollo productivo»

«Tasas de interés en Argentina: el ancla que hunde el desarrollo productivo»

Redacción Perico Noticias // Argentina enfrenta un círculo vicioso que parece no tener fin: tasas de interés exorbitantes que, lejos de impulsar la estabilidad, están estrangulando el desarrollo económico doméstico. Mientras el gobierno celebra una desaceleración inflacionaria, el costo del dinero se convierte en un obstáculo insuperable para las pequeñas y medianas empresas, los emprendedores y cualquier proyecto productivo que busque crecer en un contexto asfixiante. ¿Estamos frente al costo oculto de una política monetaria que prioriza los números macro por sobre el tejido social?

El precio del crédito: un lujo imposible

Con tasas de referencia que superan el 100% anual, Argentina lidera el ranking global de costos financieros. En cualquier economía, las tasas de interés deberían actuar como un estímulo o freno moderado para la economía. Sin embargo, en el caso argentino, funcionan como un cepo al crecimiento productivo.

Para las pymes, que representan el 70% del empleo formal en el país, estas tasas convierten el acceso al crédito en un sueño inalcanzable. Los emprendedores que necesitan financiamiento para expandirse, modernizar sus equipos o incluso enfrentar desafíos diarios se encuentran atrapados en una trampa financiera: no hay margen para invertir ni para crecer. El resultado es un ecosistema de negocios paralizado, que alimenta un círculo de baja productividad y alta informalidad.

Tasas altas, inversión baja: el círculo tóxico

El modelo actual prioriza la lucha contra la inflación a través de una política monetaria restrictiva, pero esto tiene consecuencias devastadoras en el desarrollo económico interno. Mientras tanto, sectores estratégicos como la tecnología, el agro o la industria manufacturera pierden competitividad frente a países vecinos como Brasil, donde las tasas de interés son altas pero no prohibitivas.

En este contexto, el capital extranjero tampoco encuentra un incentivo atractivo. Los inversores internacionales perciben un riesgo país elevado y una economía dependiente de políticas que priorizan las cifras de corto plazo, sin abordar las reformas estructurales necesarias.

¿Es sostenible esta política?

Históricamente, las tasas de interés desproporcionadas han funcionado como una herramienta para estabilizar la inflación y fortalecer el peso. Sin embargo, la experiencia argentina demuestra que este enfoque tiene un límite. La estabilidad cambiaria y monetaria lograda a costa de la paralización productiva no es sostenible en el tiempo.

Los países que han salido de crisis económicas profundas, como Corea del Sur o Irlanda, apostaron a un modelo diferente: políticas que combinaron crédito accesible, incentivos fiscales y promoción de la innovación. En lugar de priorizar un sistema financiero que beneficia a unos pocos, se enfocaron en el desarrollo de sectores estratégicos y en fomentar el consumo interno.

Un cambio de paradigma necesario

Para romper este círculo vicioso, es imprescindible adoptar medidas que equilibren la lucha contra la inflación con el estímulo al desarrollo doméstico. Entre las posibles soluciones se encuentran:

  1. Reducir gradualmente las tasas: Establecer un esquema progresivo que permita disminuir los costos financieros sin generar un impacto brusco en la economía.
  2. Promover el crédito productivo: Facilitar líneas de crédito específicas para pymes y sectores estratégicos, con tasas subsidiadas que impulsen la inversión.
  3. Reforma del sistema financiero: Crear un marco más inclusivo que permita el acceso al crédito para pequeños y medianos emprendedores, dejando de lado la concentración de beneficios en grandes grupos económicos.
  4. Fomentar alianzas público-privadas: Incentivar proyectos conjuntos entre el Estado y el sector privado para el desarrollo de infraestructura y tecnología.
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¿El precio de una estabilidad aparente?

Las tasas de interés desmesuradas no son solo un indicador técnico, sino un reflejo de las prioridades de una economía. En Argentina, este enfoque ha dejado al país atrapado en un esquema que beneficia al sistema financiero, pero que ahoga la capacidad de producción y de empleo.

La pregunta no es si este modelo puede mantenerse, sino cuánto daño está dispuesto a tolerar el tejido social y económico antes de que el péndulo vuelva a girar. La verdadera estabilidad llegará cuando el crecimiento no sea un privilegio, sino una oportunidad al alcance de todos.

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