Argentina otra vez en rojo: el espejismo del superávit y la trampa de la deuda
Casa Rosada, office of the president of Argentina located on landmark historic Plaza de Mayo.

Argentina otra vez en rojo: el espejismo del superávit y la trampa de la deuda

La Argentina volvió a tropezar con la piedra de siempre: el déficit fiscal. En julio, el Estado nacional cerró sus cuentas con un rojo financiero de 168 mil millones de pesos, lo que significa un salto del 40% interanual respecto al año pasado. El dato desnuda lo que desde hace meses se advertía: el supuesto “orden fiscal” no era más que un espejismo sostenido en licuación social y endeudamiento creciente.

Los números son contundentes. Según datos oficiales, los intereses de deuda se comieron el superávit primario que el Gobierno había exhibido como bandera durante los primeros meses de gestión. En otras palabras: el ajuste fue feroz con jubilados, trabajadores y provincias, pero insuficiente frente al peso de los compromisos financieros que crecen en progresión geométrica.

La postal se completa con el sistema financiero local, donde los instrumentos de corto plazo –como las cauciones bursátiles– muestran tasas superiores al 59% a 24 horas, reflejo de un mercado en permanente estado de alarma. Las pantallas exhiben saltos bruscos, volatilidad extrema y un único mensaje: la confianza es un bien escaso.

El discurso oficial que prometía un “país ordenado y competitivo” se estrella contra la realidad de un Estado endeudado hasta la médula, que paga más intereses de los que puede generar en actividad económica. La ecuación es clara: sin crédito productivo, sin estímulo a la industria y con salarios pulverizados, la única rueda que gira es la de la deuda. Y esa rueda, como tantas veces en nuestra historia, conduce al abismo.

El problema es político antes que económico. La dirigencia eligió entregar soberanía financiera a los acreedores en lugar de construir una estrategia nacional de desarrollo. Hoy, el déficit no es solo contable: es un déficit de proyecto, de futuro y de credibilidad. El rojo de las cuentas públicas es el espejo del rojo social: hambre, desempleo, endeudamiento privado y un país que se desangra por los cuatro costados.

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Mientras tanto, los medios oficialistas celebran estadísticas “maquilladas”, el Banco Central juega a la ruleta con tasas insostenibles y el ciudadano común sobrevive entre créditos usureros y tarifas dolarizadas. La deuda no solo se “comió el superávit”, también se está devorando el presente y el porvenir de millones de argentinos.

La pregunta es inevitable: ¿cuántas veces más repetiremos la historia? La Argentina necesita un giro profundo: reemplazar la lógica del ajuste y la especulación por un nuevo contrato social y productivo que reinvente la relación entre Estado, mercado y pueblo. De lo contrario, el déficit seguirá siendo nuestra condena recurrente, y el país permanecerá atrapado en un eterno retorno de crisis.

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