La noticia que sacudió el tablero: la Casa Blanca ordenó al Pentágono preparar opciones militares contra cárteles designados como organizaciones terroristas. La línea dura no es un rumor: se reportó la instrucción y se negocia un acuerdo de seguridad con México, aunque la presidenta Claudia Sheinbaum rechazó tajantemente cualquier despliegue de tropas estadounidenses en su territorio. La apuesta de Washington mezcla retórica, presión arancelaria y señales de fuerza. El objetivo declarado es el fentanilo; el efecto real excede a México y golpea a toda América Latina.
EE. UU. como “gendarme hemisférico”
La lógica que emerge es la de un Estado gendarme: uso de tarifas y sanciones como palanca de “seguridad nacional”, presionando a gobiernos para alinear puertos, bases, telecomunicaciones y flujos logísticos con prioridades estratégicas de Washington. Documentos y reportes detallan cómo la administración ata comercio y defensa para frenar influencia china y forzar concesiones: del Canal de Panamá a certificaciones antidrogas. Eso eleva el costo de no alinearse —y reconfigura cadenas de valor que pasan por México y, por arrastre, por el corredor bioceánico y el NOA.
Si EE. UU. “entra” a México: impacto comercial en cascada
Una intervención (aun sin “botas” en suelo mexicano) con drones, inteligencia y bloqueo logístico ya ensayada en papeles tiene tres efectos probables:
- Riesgo de disrupciones fronterizas (revisiones, demoras, mayor securitización) que encarecen transporte y tiempos del nearshoring hacia Norteamérica;
- Más aranceles condicionados a “cooperación” en seguridad (precedente 2025: ola arancelaria a 60+ países con fines políticos y de defensa), y
- Reacciones soberanistas en la región que traben acuerdos. Para el NOA, que depende de corredores hacia Pacífico/Atlántico y de proveedores globales, eso significa mayor volatilidad en costos, seguros, tiempos y contratos.
¿Y Jujuy? Litio, China y el triángulo de tensión
Jujuy no mira esto por TV: está sentada sobre Cauchari–Olaroz, planta comisionada con 40.000 t/año de carbonato de litio, operada por Minera Exar, JV donde Ganfeng Lithium (China) es socio clave. Esa trenza Jujuy–China es un imán geopolítico: mientras Washington empuja a “des-chinizar” eslabones estratégicos, Beijing endurece controles de exportación sobre tecnologías críticas de baterías y materiales, elevando la dependencia de autorizaciones chinas para escalar valor agregado. Resultado: más poder de negociación en Beijing, más escrutinio en Washington sobre cualquier inversión, joint venture o venta.
La guerra comercial real: fentanilo como narrativa, China como objetivo
La ofensiva contra cárteles convive con un andamiaje arancelario expansivo que EE. UU. usa como herramienta de poder: tarifas no sólo a China sino a múltiples países, atadas a metas de seguridad y “alineamiento” estratégico. El vector profundo no es el narco: es la competencia sistémica con China por baterías, energía, datos y puertos. Para una provincia litífera como Jujuy, el semáforo es amarillo: todo acuerdo que acerque capital y tecnología chinos puede tener prima de riesgo financiera y regulatoria en mercados ligados a EE. UU. (clientes, bancos, aseguradoras, compliance).
Tres escenarios para el NOA (y Jujuy)
Escenario 1 – Disuasión sin incursión: sube el control fronterizo y el costo logístico; se acelera el nearshoring “amigable a EE. UU.”. Para Jujuy, oportunidad de vender más insumos críticos a cadenas norteamericanas… si garantiza trazabilidad y gobernanza ambiental/social al estándar de compradores de EE. UU. (menos riesgo sancionatorio).
Escenario 2 – Operaciones limitadas contra cárteles: volatilidad en comercio México–EE. UU., y mayor condicionamiento político en acuerdos. Los proyectos con footprint chino enfrentan más due diligence de clientes de EE. UU. y potenciales cláusulas de origen tecnológico.
Escenario 3 – Choque diplomático fuerte: escalada de tarifas cruzadas, re-routing de cargas, dólar caro en seguros; China profundiza su cerrojo tecnológico. Para Jujuy, más dependencia de capital asiático y mercados no estadounidenses, con menos financiamiento barato occidental.
¿Qué puede hacer Jujuy para blindarse?
- Diversificar clientes (EE. UU., UE, India, Corea) para no quedar rehén de un solo bloque;
- Cláusulas de neutralidad tecnológica en contratos (acceso a equipos y software multifuente);
- Compliance plus (trazabilidad, derechos, agua, carbono) para vender a automotrices norteamericanas y europeas aun con ruido geopolítico;
- Seguro y cobertura de riesgo político/comercial (MIGA, export credit agencies);
- Diplomacia subnacional activa: Jujuy debe hablar con embajadas, automotrices y fondos de ambos bloques para garantizar off-take plurales. Cauchari–Olaroz ya anunció nuevas inversiones en DLE; apalancar esa eficiencia reduce vulnerabilidad a shocks arancelarios y de transporte.
La clave: convertir la amenaza en palanca
Si EE. UU. juega al policía regional y China blinda su know-how, el ganador será quien logre estabilidad contractual y previsibilidad ambiental/social en el triángulo del litio. El NOA (y Jujuy en particular) puede pasar de “periferia insumo-dependiente” a proveedor sofisticado si usa la tensión EE. UU.–China para ampliar mercados y exigir mejores términos tecnológicos. El paso siguiente no es sólo exportar carbonato: es asegurar capacidad de refinado y cátodos con un menú de proveedores (occidentales y asiáticos) para que ningún shock geopolítico apague la Puna.