Redacción Perico Noticias // En Jujuy, la justicia nacional acaba de dar un golpe directo al corazón del legado de Gerardo Morales. Exfuncionarios de su gobierno han sido imputados por un presunto fraude a la administración pública, y esta vez el escándalo tiene como escenario un yacimiento arqueológico en Caspalá, donde se levantó una escuela que no solo costó millones, sino que pasó por encima de la historia y el patrimonio cultural. ¿El resultado? Un desastre de proporciones épicas que salpica, una vez más, a la administración radical.
¿Escuela o negocio disfrazado?
El proyecto parecía noble: construir una escuela en una localidad jujeña. Pero como suele ocurrir con muchas de estas iniciativas, lo que había detrás era otra cosa. Según la investigación, funcionarios y funcionarias del gobierno de Morales habrían montado un esquema fraudulento que incluyó licitaciones dudosas, pagos irregulares y, para colmo, la destrucción de un yacimiento arqueológico de valor incalculable.
La escuela, que debería haber sido un símbolo de progreso, se ha convertido en el centro de un caso judicial que pone en evidencia cómo se manejaron los recursos públicos durante la gestión de Morales. Y no es cualquier caso: se trata de millones de pesos que salieron del bolsillo de los jujeños para financiar una obra que, lejos de ser un orgullo, es ahora un monumento al descontrol y la corrupción.
El yacimiento destruido: patrimonio perdido, justicia tardía
La historia no termina con el fraude financiero. Lo más indignante de este caso es la destrucción del yacimiento arqueológico de Caspalá, una joya histórica que debería haber sido protegida y valorada. En lugar de eso, las máquinas entraron sin reparos, arrasando con restos que forman parte de la identidad cultural de la región.
¿Quién dio el visto bueno para esta barbaridad? Según la justicia, los mismos funcionarios que ahora enfrentan imputaciones. La pregunta que queda en el aire es si realmente creyeron que podían salir impunes, o si simplemente confiaban en que, como tantas otras veces, la impunidad haría su trabajo.
Morales, por ahora ausente
Y mientras todo esto ocurre, ¿dónde está Gerardo Morales? Como es hoy habitual, el otrora exgobernador que se ocupaba en construir su carrera nacional mediante el uso irrestricto del avión sanitario, todavía no enfrenta las consecuencias de su gestión. Pero este escándalo es difícil de esquivar. La imputación a sus exfuncionarios lo alcanza directamente, porque no se puede construir una escuela sobre un yacimiento arqueológico sin que las alarmas lleguen al despacho más alto de la provincia.
El silencio de Morales es ensordecedor, pero también revelador. En su afán por proyectarse como un referente nacional, dejó un reguero de irregularidades en su provincia que ahora empiezan a salir a la luz. Este caso de Caspalá no es un hecho aislado, sino parte de un patrón que combina desidia, improvisación y corrupción.
El rol de la justicia y el mensaje al resto del país
El avance de la justicia en este caso es un soplo de aire fresco en un país acostumbrado a que los grandes responsables de los fraudes queden impunes. La imputación a los exfuncionarios de Morales envía un mensaje claro: la corrupción tiene consecuencias, y no importa cuán alto hayas llegado, siempre hay una posibilidad de que te alcancen.
Sin embargo, este caso también pone en evidencia las limitaciones del sistema. ¿Por qué no se actuó antes de que el yacimiento fuera destruido? La justicia llega, pero a veces lo hace tarde, cuando el daño ya es irreparable. Es un llamado de atención para que estos crímenes no solo se castiguen, sino que se prevengan.
Un legado en ruinas
Lo que queda de este escándalo es un legado en ruinas. La escuela de Caspalá no es solo un fraude económico, es una muestra de cómo la corrupción puede arrasar con la historia, la cultura y la confianza en las instituciones. Para Morales y su círculo, esto es un golpe directo a su credibilidad, y para Jujuy, es un recordatorio de que los recursos públicos no son un botín, sino una herramienta para construir un futuro mejor.
El juicio que se avecina no solo será contra los imputados, sino también contra un modelo de gestión que priorizó el beneficio de unos pocos por encima del bien común. Jujuy merece justicia, pero también merece memoria: no olvidar quiénes fueron los responsables de este desastre y exigirles cuentas, sin importar cuán alto hayan escalado en el ámbito nacional.