Mientras el gobierno nacional hunde el dólar con la excusa de «bajar la inflación», en el interior profundo del país —y especialmente en el NOA— la maquinaria productiva comienza a crujir peligrosamente. La reciente advertencia del equipo económico a los productores es brutal: “preferimos que ustedes pierdan una vez antes que toda la sociedad siga perdiendo”.
Pero, ¿qué significa realmente este sincericidio oficial para las economías regionales?
El espejismo del dólar barato
Un dólar planchado favorece, en el corto plazo, la ilusión de una inflación contenida en productos importados y de consumo masivo en las grandes ciudades. Pero para los productores del interior, el dólar barato es un hachazo mortal: exportar deja de ser rentable, los costos internos dolarizados asfixian, y las rentas positivas desaparecen como espejismo en el desierto.
En el NOA, donde las economías regionales (frutas, tabaco, caña, hortalizas, vitivinicultura, legumbres) dependen críticamente de la competitividad externa, este escenario es devastador. Sin retenciones —un logro apenas reciente— el sector ya no puede sostener su producción ante la suba imparable de costos y la baja de precios internacionales.
El caso de Jujuy y la ciudad de Perico: termómetro de la catástrofe
En Perico, otrora motor productivo de Jujuy, el golpe ya es evidente.
Las ventas de productos agrícolas, alimentos y manufacturas a Bolivia, que constituían uno de sus pilares económicos, cayeron en picada. La diferencia cambiaria que antes les daba competitividad hoy es un boomerang: los precios locales son caros en dólares, y los compradores bolivianos desaparecen, deprimiendo las ferias, los empaques y todo el tejido comercial que vive de la producción.
El enfriamiento es palpable: menos ventas, menos empleo, menos movimiento comercial, menos recaudación. El círculo virtuoso que sostenía a Perico se rompe en silencio.
El dilema no dicho: si el dólar sube, vuelven las retenciones
El campo, particularmente en el núcleo productivo de la Pampa Húmeda, clama por un tipo de cambio más alto que compense la inflación. Pero el gobierno guarda un as bajo la manga: si el dólar sube, volverán a aumentar las retenciones a los principales commodities (soja, maíz, trigo), para «recaudar y compensar» el supuesto impacto social.
El NOA, una vez más, quedará atrapado en el peor de los mundos: sin competitividad externa y sin protección interna.
Hipótesis: una puñalada planificada
¿Estamos ante un sincericidio que expone el verdadero plan? ¿El gobierno decidió sacrificar a los sectores productivos del interior para sostener su base de consumo urbano hasta las próximas elecciones?
¿Prefieren sostener una “primavera” artificial antes que asumir el costo político de una corrección necesaria?
Todo indica que sí. El campo ya lo entendió. Las economías regionales lo están empezando a sufrir. Y en lugares como Perico, el frío del derrumbe ya se siente en cada puesto de feria vacío y en cada comercio cerrado.
La pregunta que queda es brutal:
¿Cuánto más aguantará el interior antes de hacer oír su grito de rebelión?.