En un contexto donde el equilibrio mundial pende de un hilo, los movimientos de las tres principales potencias globales —Estados Unidos, Rusia y China— sacuden los cimientos del orden geopolítico y económico. En medio de amenazas nucleares, guerra comercial y tensiones entre Donald Trump y Jerome Powell, el planeta entero siente las turbulencias… incluso los pueblos del Noroeste Argentino.
El factor Trump: la FED, el proteccionismo y la tensión interna
En sus primeros 100 días de gestión, el presidente Donald Trump ha vuelto a tensar la cuerda con el titular de la Reserva Federal, Jerome Powell, intensificando un enfrentamiento que siembra incertidumbre sobre el rumbo de la política monetaria estadounidense. Esta presión sobre la FED, a una semana de una reunión clave y con los datos del PIB en la mira, genera un clima de inestabilidad que impacta en los mercados de forma directa.
El Dow Jones, el Nasdaq 100 y el S&P 500 registraron caídas, reflejando el temor de los inversores ante una conducción errática y agresiva. El propio Mark Mobius, gurú de los mercados emergentes, afirmó que mantiene el 95% de su portafolio en efectivo, como una medida de protección ante el riesgo latente de una guerra comercial prolongada.
Rusia al borde del abismo nuclear
En este mismo escenario, Vladimir Putin vuelve a ubicarse en el centro del tablero bélico con nuevas pruebas de misiles nucleares, esta vez desde submarinos en el Pacífico. La confirmación del Kremlin, sumada a las exigencias de anexión de cuatro regiones ucranianas aún no ocupadas, reactiva la alarma mundial sobre una eventual escalada que podría revivir el fantasma de una tercera guerra mundial. Trump, por su parte, comienza a perder la paciencia ante lo que considera una falta de voluntad real de Putin para alcanzar un alto al fuego.
El simbolismo geopolítico de la prueba del misil Kalibr no puede ignorarse: no es sólo un gesto militar, es una advertencia estratégica al resto del mundo.
China: el titán herido… pero resistente
Por otro lado, la economía de China muestra señales de estrés. El PMI no manufacturero cae a niveles de 2023, reflejando el impacto directo de los aranceles impuestos por Trump. Sin embargo, lejos de ceder, Beijing juega una partida a largo plazo, reforzando su influencia en el sudeste asiático, África, América Latina y Europa del Este. Si bien el consumidor estadounidense comienza a retraerse, las proyecciones señalan que China está mejor preparada para resistir una guerra comercial prolongada, y que su red comercial global podría incluso consolidarse a expensas del aislamiento de EE.UU.
¿Y el NOA argentino? Los coletazos de una guerra global
En este tablero de tensiones globales, el Norte Argentino no es ajeno a los impactos. La región NOA, históricamente estructurada alrededor de economías regionales exportadoras —vinos, tabaco, azúcar, litio y manufacturas agrícolas—, ya siente las consecuencias de esta pugna de titanes:
- China, uno de los principales destinos de exportación de litio y soja, reduce su demanda industrial. Esto afecta directamente a provincias como Jujuy, Salta y Catamarca, que dependen de estos envíos para dinamizar su economía.
- El precio del petróleo en baja, por debajo de los 60 dólares el barril, amenaza con frenar las inversiones energéticas no convencionales y los proyectos de biocombustibles incipientes en la región.
- La volatilidad cambiaria global, sumada al debilitamiento del dólar y la caída en los índices bursátiles, impulsa una mayor dolarización interna y, por ende, presión sobre los precios y la inflación en economías locales frágiles como la del norte argentino.
La respuesta del NOA: identidad, sostenibilidad y soberanía
Frente a un mundo en ebullición, el NOA argentino comienza a trazar respuestas locales con visión global. Desde los esfuerzos por agregar valor a la producción autóctona hasta las iniciativas de soberanía energética con litio verde, pasando por la construcción de vínculos comerciales más descentralizados, hay una oportunidad inédita para fortalecer una región olvidada por décadas.
El desafío será triple: proteger su matriz productiva, diversificar sus alianzas comerciales y fomentar una visión estratégica del desarrollo sustentable que no dependa de la volatilidad de las grandes potencias.