Redacción Perico Noticias // En plena era de transformación, en la que la sociedad exige respuestas y soluciones a problemas estructurales, resulta indignante constatar cómo algunos medios de comunicación se desvían de su rol esencial en un estado de derecho. En lugar de poner la mirada en los ejes fundamentales que afectan a nuestra nación —narcotráfico, corrupción y evasión fiscal— se dedican a enfatizar detalles superficiales: ¿Acaso el precio cuestionado de un accesorio es el verdadero escándalo? Se habla de “caro” de manera hipócrita, al tiempo que se especula sin fundamento con titulares sensacionalistas, como el rumor de que Vilca se fue de compras a Miami.
Si a tan solo metros del Congreso se concentran decenas de ofertas de artículos de uso personal a precios populares —como los que se encuentran en la feria de Alto Comedero o en Perico—, ¿acaso todos los argentinos se han convertido en compradores de lujo en Miami? La realidad es otra: la gran mayoría posee dispositivos y artículos electrónicos cuyo valor supera, en muchos casos, esa cifra cuestionada. Es evidente que el foco mediático se ha perdido, prefiriendo resaltar un accesorio tildado de caro en vez de investigar y denunciar las verdaderas prioridades que afectan a la ciudadanía.
La prensa, como pilar del estado de derecho, tiene la obligación ineludible de informar sobre las problemáticas que erosionan la confianza de la sociedad en sus instituciones. Sin embargo, el desvío hacia temas frívolos y sensacionalistas desvía la atención de la lucha contra el narcotráfico, la corrupción y la evasión fiscal, problemas que merman la calidad de vida de millones de argentinos y que requieren un análisis profundo y riguroso.

Resulta aún más preocupante que, en este escenario, algunas redacciones adopten posturas xenófobicas y discriminatorias, sembrando odio y perpetuando estereotipos arcaicos. En un país democrático e integrador, tales actitudes no tienen cabida. Desde nuestra redacción exigimos un freno a estos comportamientos, que no solo faltan a la moral periodística, sino que también subestiman la inteligencia y la sensibilidad de nuestros espectadores. El uso del calificativo “marrón” —una etiqueta que recuerda a tiempos oscuros en los que se tildaba a militantes del peronismo de “cabecitas negras”— representa un retroceso inaceptable en una sociedad que clama por justicia, inclusión y transformación.
El periodismo debe ser la antítesis de la banalidad: su función es exponer, informar y, sobre todo, contribuir a la construcción de un debate público que impulse cambios reales. Ignorar las denuncias sobre corrupción y evasión fiscal para centrarse en detalles superfluos y especulaciones infundadas no solo es irresponsable, sino que pone en riesgo la función misma de la prensa como vigilante de la democracia.
Hoy, en Jujuy y en el resto de Argentina, el reclamo es claro: basta de desviar la mirada. Basta de obsesionarse con apariencias y rumores, cuando lo que verdaderamente está en juego es el bienestar del pueblo y la integridad de nuestras instituciones. En un país en transformación, la prioridad debe ser devolver al debate público el enfoque en los problemas que realmente importan, dejando de lado la trivialidad y la manipulación mediática.
La sociedad merece periodistas comprometidos, capaces de denunciar sin miedos y sin prejuicios. Denunciemos, pues, la hipocresía que empobrece al periodismo, y reafirmemos que en Jujuy, como en el resto de Argentina, somos mucho más que “marrones”: somos ciudadanos que exigen verdad, justicia y un futuro digno para todos.