Entre dólares volando y coparticipaciones silenciadas: ¿qué política resiste en Jujuy al vértigo nacional?

Entre dólares volando y coparticipaciones silenciadas: ¿qué política resiste en Jujuy al vértigo nacional?

¿Qué es lo que más te preocupa hoy en Jujuy?

Redacción Perico Noticias // Mientras en Buenos Aires Luis “Toto” Caputo liquida activos de la ANSES y remata fideicomisos estratégicos como quien manotea maderas en un naufragio, en Jujuy el silencio es ensordecedor. El país se precipita en una nueva corrida cambiaria, el riesgo país se dispara, los fondos de garantía previsional se desarman, y en simultáneo, en esta provincia golpeada por años de centralismo y abandono, la política parece ocupada en cerrar listas, pactar cargos y fingir estabilidad. Pero lo que está en juego exige más que armado electoral: demanda una gimnasia política inédita, una capacidad de lectura de contexto y respuesta territorial que no se encuentra en ningún manual de campaña tradicional.

Caputo —el cerebro financiero de Milei— acaba de desprenderse de uno de los activos más sensibles del Estado: el fideicomiso destinado a obras eléctricas, entre ellas, redes de distribución y sistemas de energía que en provincias como Jujuy son el cuello de botella del desarrollo. Esa venta, apurada por la urgencia de contener el dólar financiero, pone en evidencia la lógica libertaria: cuando todo se derrumba, no se protege a los más vulnerables, se vende el futuro. La otra víctima fue el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la ANSES: otro bien público entregado en la mesa chica de Caputo para calmar los mercados. ¿A cambio de qué? De nada estructural. Solo de un par de semanas de oxígeno. Quizás.

Política de vértigo: lo que no aprenden los frentes jujeños

En ese escenario volátil, la política jujeña debería estar alerta, móvil, afilada. Pero los once frentes que se disputan el electorado están más preocupados por quién entra en qué lista, que por leer la tormenta que se avecina. Esta semana comenzó una conversación que podría haber sido histórica: el gobernador Carlos Sadir se sentó con los intendentes a discutir una nueva Ley de Coparticipación Municipal, nada menos que el instrumento más antiguo y efectivo de dominación en la historia provincial. Y sin embargo, ni una declaración, ni una postura, ni una mínima reacción surgió de los espacios políticos que se definen como opositores. El tema central de la desigualdad jujeña, que define si un municipio puede pagar la luz o construir una plaza, pasó desapercibido. Nadie alzó la voz.

Una nueva clase política o más de lo mismo

Este doble fenómeno —el derrumbe nacional y el letargo local— exige una conclusión clara: los próximos concejales y diputados que elijamos en Jujuy deben ser de una estirpe política completamente nueva. La “nueva política” no puede ser solo estética o testimonial. Requiere de personas capaces de analizar mercados, interpretar señales macroeconómicas, entender cómo una medida en el Ministerio de Economía impacta en el precio de la garrafa en un barrio de Humahuaca o en el sueldo del personal municipal en Monterrico.

En un escenario donde el dólar vuela, los bonos se licúan, y el margen fiscal se achica como nunca, el político jujeño del futuro no podrá refugiarse en el “yo no manejo la economía nacional”. Deberá aprender a leer señales, anticipar, presionar, negociar fondos, usar con precisión quirúrgica la palabra y la acción, sin caer en la sobreactuación ni en el seguidismo silencioso. Porque si no lo hace, no resistirá ni un mes en su banca.

Gimnasia para tiempos de vértigo

El político que viene deberá entrenarse como un atleta en tres pistas:

  1. Economía: saber cómo los movimientos del dólar, del FGS o del sistema previsional pueden traducirse en más hambre o más deuda provincial.
  2. Territorio: caminar los barrios con una agenda concreta, sin clientelismo ni promesas imposibles, pero con datos y proyectos reales.
  3. Institucionalidad: levantar la voz donde haya que hacerlo. No hay política sin discurso, y menos cuando los recursos desaparecen como agua entre las manos.

En Jujuy, eso significa algo muy concreto: quien no entienda que la raíz de la pobreza estructural está en la coparticipación amañada y centralista, no está en condiciones de gobernar nada. Porque no se trata solo de cuánto dinero baja a los municipios, sino de qué modelo de provincia queremos construir: uno donde la decisión está en San Salvador y la miseria en el interior, o uno donde cada intendente pueda planificar, gestionar y transformar sin pedir permiso.

Una señal de mercado, una señal política

Si el gobierno nacional logra contener la corrida y dar señales de equilibrio, los activos que hoy cotizan en el piso podrían revalorizarse. Así funcionan los mercados: apuestan, especulan, castigan, premian. La política jujeña debería aprender algo de esa lógica: no se trata solo de resistir, sino de anticipar y reposicionarse con inteligencia.

Porque cuando el dólar baja, no todos ganan. Solo ganan los que estuvieron preparados para resistir la presión y volver más fuertes. Y en la política también: solo quedarán en pie quienes hayan entendido que la estabilidad se construye con reflejos rápidos, convicciones firmes y una mirada de largo plazo.

Hoy, esa mirada escasea. Pero aún estamos a tiempo.


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