Una Legislatura con fisuras, un Ejecutivo condicionado y un nuevo tablero electoral
La política jujeña vive una etapa de mutación larval. Lo que parecía un triunfo absoluto en 2023 para el oficialismo con Carlos Sadir a la cabeza, se va transformando en una compleja trama de equilibrios precarios, traiciones en ciernes y nuevas mayorías silenciosas. Si bien el gobernador cuenta con un esquema casi blindado en la Legislatura, con un bloque propio robusto y una colección de obsecuentes del peronismo residual, el haquinismo funcional y los siempre disponibles rivarolistas, la oposición –a ambos extremos del espectro ideológico– encontró un punto de inflexión: entre la izquierda (5 bancas) y La Libertad Avanza (7 bancas), superan por un voto el temido tercio. Ese voto vale oro.
Es decir, la Legislatura no está sellada: tiene un boquete de alquimia y oportunismo político. A partir de ahora, para aprobar leyes estructurales, en especial el Presupuesto 2025, Sadir necesitará algo más que discursos de gestión: necesitará acuerdos políticos con CABA, la Rosada o directamente con los libertarios, con los que supuestamente mantiene una “amistad negociadora” de conveniencia mutua.
Fin del dominio territorial: los intendentes en terapia de poder
Las principales ciudades dejaron de ser enclaves oficialistas. En todas, los jefes comunales no poseen mayorías propias en los concejos deliberantes. Esa debilidad estructural cambia la matriz de poder en Jujuy: los pactos ya no se sellan en calle San Martín, sino en Capital Federal. El financiamiento depende de otro tablero y los intendentes saben que sus firmas ya no son decretos, sino pedidos.
La Libertad Avanza, con apenas un puñado de votos en la última elección, logró perforar simbólicamente el “suelo duro” del poder. El avance fue legislativo, territorial, discursivo y ahora se prepara para una ofensiva política que podría consolidar bancas nacionales. Todo esto mientras el peronismo sigue atrapado en su propio espejo retrovisor, sin candidato, sin eje, sin narrativa. Están tan lejos del centro de gravedad que solo una implosión opositora los devolvería al juego.
La UCR sin narrativa ni pólvora: Sadir se quedó sin libreto
El radicalismo en Jujuy enfrenta el mayor desafío de su historia reciente. No tiene liderazgo alternativo, no tiene narrativa propia. Sadir no puede ser el rostro de una campaña nacional: el electorado no plebiscita su gestión, sino cuánto ha imitado o se ha acomodado a los dictados de la motosierra mileísta. Y ahí pierde.
La motosierra tardía no cotiza. La reducción del gasto público en cuotas no genera ni épica ni eficiencia. Sadir no puede ser antimileísta porque necesita del apoyo libertario para sostener la gobernabilidad. Pero tampoco puede ser promileísta sin suicidar su propia autonomía. Está atrapado en una paradoja: necesita del que lo erosiona. Apuesta por un cisne negro que no aparece. Y si aparece, probablemente no vuele para su lado.
La Libertad Avanza: de outsider a centro gravitacional
Con apenas 78.000 votos en la última elección, La Libertad Avanza tocó piso. Lo que viene es recuperación y expansión. Las próximas elecciones nacionales serán un plebiscito sobre Milei, y en esa dinámica binaria (Milei vs. Anti-Milei), los libertarios tienen todo para volver a ocupar el centro de la escena. Si logran capitalizar la polarización, se quedarán sin problema con dos bancas nacionales por Jujuy.
Los libertarios tienen algo que los demás no: una narrativa movilizadora, incluso en crisis. Son “los nuevos” y se enfrentan al “régimen”. Aunque no traigan soluciones inmediatas, sí traen una historia que otros no pueden contar.
La izquierda y el eterno debate con la transversalidad
La izquierda, opositora natural al mileísmo, tiene una oportunidad histórica de escalar si deja de hablarle solo a su núcleo duro. Si decide mimetizarse inteligentemente con los sectores sociales golpeados por las políticas del gobierno nacional, puede aspirar a una banca nacional. Pero para eso necesita estrategia, vocación de poder y dejar la pureza de lado. ¿Lo hará? Por ahora, el dogma les pesa más que la oportunidad.
El tablero está en movimiento: se viene el desfile de traidores
La falta de certezas parlamentarias, la debilidad institucional de los intendentes y un gobernador que no puede liderar una campaña nacional, abren la puerta a la vieja política del cuchillo bajo el poncho. El desfile de traidores será el espectáculo silencioso del invierno jujeño. La fiscalización del poder ya no está en los balances de gestión, sino en la capacidad de anticipar quién se va a mover primero.
El voto de oro, el operador invisible, el acuerdo de medianoche en una oficina de CABA, serán los nuevos motores de la política jujeña. Y lo peor para los viejos comandantes es que ya no tienen el mapa del juego.
Jujuy entra en una fase nueva: menos gobernabilidad, más especulación. El pato rengo ya camina y el techo de cristal libertario se convirtió en un trampolín.