Jujuy: una cárcel electoral con rejas de clientelismo

Jujuy: una cárcel electoral con rejas de clientelismo


Cuando la democracia se convierte en un espejismo y el voto en un acto inútil

Durante los últimos diez años, la política en Jujuy ha devenido en una maquinaria de auto-conservación, sostenida por la miseria estructural del pueblo y una elite política encapsulada en un feudalismo modernizado, donde la obediencia y la ambición reemplazaron a la vocación y el servicio.

No hay oposición real. Apenas voces sueltas, disidentes sin estructura, más cerca del pataleo que de la alternativa. Lo que existe es un ecosistema cerrado, verticalista, gobernado por reglas hechas a medida, con leyes electorales diseñadas para excluir, y una ley de coparticipación que jamás llega, porque dar autonomía significaría romper la cadena de mando.

Algoritmo 1: «Divide, precariza, domina»

Si uno observa el mapa político de Jujuy, lo que salta a la vista es un patrón:
🔹 +Empobrecimiento crónico del interior profundo
🔹 +Capital degradada, anclada en la nostalgia y el cemento sin alma
🔹 +Municipios sin recursos reales, meras delegaciones del poder central
🔹 +Una dirigencia cerrada sobre sí misma, que asciende por sumisión y no por mérito

Este algoritmo reproduce una sola constante: cuanto más dependiente el territorio, más controlado el voto.

La gran traición: la política sin pueblo

La política jujeña ya no representa a nadie. Es un simulacro de representatividad, sostenido por punteros, dádivas y temores. Los que están adentro —oficialismo, oposición funcional, “jóvenes promesas” que nacen viejas— no discuten el fondo, solo se pelean por la llave de la puerta giratoria del poder.

No hay deliberación pública. No hay planificación a largo plazo. No hay justicia distributiva.
Hay algoritmos de control político, disfrazados de instituciones.

Algoritmo 2: “Ganá con poco, goberná con todo”

La famosa “ley de piso” electoral cumple su objetivo:
🔸 Excluye expresiones populares nuevas
🔸 Preserva el binomio de poder establecido
🔸 Legitima con baja participación
🔸 Y convierte cualquier victoria en una concesión feudal

El sistema funciona no para contar votos, sino para filtrar voces. Es un embudo de participación, un simulacro de democracia.
Jujuy no elige: Jujuy aprueba lo que ya estaba escrito.

11 de mayo: el día en que el voto podría ser protesta… o complicidad

Las elecciones del 11 de mayo podrían haber sido una salida, una sacudida al sistema, una señal de que algo late todavía en las urnas. Pero el dispositivo electoral fue estructurado para atrapar el voto, reducirlo, fragmentarlo y neutralizarlo.

El ausentismo, por eso, no será desinterés, sino la forma de gritar sin ser escuchado. Y si la abstención gana, todos los que resulten “victoriosos” lo harán bajo la sombra de una derrota democrática monumental.

Una victoria pírrica que confirmará lo que ya es evidente:
👉 Los oficialistas no gobiernan. Administran el encierro.
👉 Los opositores no combaten. Hacen cola para entrar.

Algoritmo 3: “Una provincia cerrada con llave y sin ventanas”

Jujuy hoy es una cárcel con urnas, donde la democracia se regula como una fábrica: turno, control, silencio y producción de votos.
La política hace tiempo que no gobierna. Solo gestiona un decorado en ruinas.

Los pueblos del interior están atrapados en la pobreza funcional, esa que sirve para disciplinar y nunca emancipar.
Y la capital, San Salvador, dejó de ser faro. Hoy es apenas una postal gris, sin alma ni dirección.


¿Qué hacemos frente a esta distopía criolla?

El desafío ya no es solo político. Es ético y cultural.
¿Vamos a seguir permitiendo que la democracia sea una farsa sostenida por clientelismo, leyes tramposas y ambiciones mezquinas?
¿O vamos a hackear este algoritmo desde afuera, con participación real, con rebeldía democrática, con organización desde abajo?

Porque si no cambiamos la lógica del sistema, el sistema nos va a convertir a todos en cómplices.
Y la cárcel no será la provincia: será nuestra conciencia.


¿Qué es lo que más te preocupa hoy en Jujuy?

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