Mientras en Argentina Javier Milei avanza con un discurso que mezcla libertarismo económico extremo, desregulación del Estado y una retórica incendiaria contra toda forma de “gasto social”, en Estados Unidos, Donald Trump, ícono de la derecha global, impulsa políticas que van exactamente en el sentido contrario: un ambicioso plan de estímulos estatales para promover el matrimonio, la natalidad y la recuperación del tejido familiar tradicional.
Aunque ambos se inscriben en un espectro ideológico de derecha, las diferencias en materia de políticas públicas hacia la familia, la asistencia social y la intervención estatal son tan profundas como reveladoras. La supuesta “sintonía ideológica” entre ambos colapsa ante los datos concretos.
Trump: familia fuerte, nación fuerte
En su reciente anuncio, Donald Trump presentó un programa federal para fomentar los matrimonios jóvenes y aumentar las tasas de natalidad en Estados Unidos, bajo la premisa de que «el futuro del país depende de las familias sólidas». La propuesta incluye:
- Bonificaciones fiscales para parejas casadas.
- Créditos por hijo ampliados.
- Subsidios para madres primerizas y hogares con hijos menores.
- Programas de vivienda y financiamiento preferencial para familias numerosas.
Trump apela al voto conservador, sí, pero no desde el abandono del Estado. Todo lo contrario: usa al Estado como instrumento de reconstrucción del núcleo familiar, base del sueño americano que busca restaurar.
“Sin niños no hay futuro. Sin familias fuertes, no hay nación fuerte”, dijo Trump. Su modelo es el de una derecha paternalista, nacionalista y profundamente intervencionista, muy distinta al modelo anarco-capitalista que intenta aplicar Milei en Argentina.
Milei: libertad sin red de contención
Del otro lado del hemisferio, Javier Milei desmantela todo el andamiaje de políticas sociales, eliminando subsidios, congelando presupuestos de salud y educación, y planteando que “el Estado no debe intervenir en las decisiones individuales”. Desde su mirada, el Estado debe desaparecer como agente promotor del bienestar.
En su lógica, no existe política pública sin contraprestación ni beneficio social sin mérito. Los programas de asistencia a madres solteras o de incentivo a la maternidad son eliminados por considerarse “planes populistas”. Y lo mismo ocurre con cualquier tipo de subsidio al matrimonio o a la vivienda familiar.
Paradójicamente, Milei se referencia en Trump como un «modelo de liderazgo», pero ignora que las políticas familiares de Trump son más cercanas al peronismo clásico que al dogma libertario.
Dos derechas, dos miradas sobre el Estado
La contradicción entre ambos modelos expone la falacia del alineamiento ideológico automático en la nueva derecha global.
Mientras Trump defiende la familia como núcleo social a través de estímulos estatales concretos, Milei la deja librada a las reglas del mercado.
Mientras Trump invierte en natalidad para evitar el declive demográfico, Milei considera que cada nacimiento es una cuestión privada, ajena a la política pública.
La diferencia es más que retórica: es civilizatoria.
Trump quiere un Estado fuerte al servicio de valores conservadores.
Milei propone un Estado ausente, incluso frente a la crisis demográfica, social y sanitaria.
¿Y América Latina?
En un continente donde la pobreza estructural y el retroceso del acceso a derechos básicos están generando una caída dramática en las tasas de natalidad, las decisiones de Estados como el argentino no solo profundizan la desigualdad, sino que condenan a una generación entera a la precariedad, sin Estado, sin familia protegida y sin futuro.
Trump, con todos sus defectos, comprendió que sin intervención estatal estratégica, la nación se desintegra. Milei, en cambio, parece seguir apostando a un experimento social de consecuencias imprevisibles.
Conclusión: ¿una derecha para los ricos o una derecha con pueblo?
La paradoja está servida: el “libertario argentino” y el “conservador norteamericano” caminan por rutas opuestas.
Trump promueve familia, patria y producción con herramientas del Estado.
Milei, en nombre de una libertad absoluta, desarma los pilares que sostienen la vida en sociedad.
En nombre del “orden” y la “libertad”, la nueva derecha latinoamericana está dejando sin oxígeno a su propio pueblo. Quizás, antes de seguir repitiendo slogans importados, debería mirar más allá de los gestos y empezar a leer las políticas.